Opinión

Robada impunidad

Hasta que no conoces un caso de cerca, de los muchos que llenan nuestra realidad, no te das cuenta del descaro con el que muchísimas injusticias se encuentran ante nuestros ojos con total impunidad, escondidas entre los recuerdos de sufridos ciudadanos, reservados, humildes, resignados, que echan a sus espaldas el pesar de un disgusto o una mala acción padecida con una merecida admiración, que resulta discreta porque suelen pasar desapercibidos.



Esta semana acercamos a nuestras páginas un caso de bebé robado,

uno más de los cientos de ellos que

se han denunciado últimamente en España, pero que sirve para recordarnos que aquí mismo, en nuestra propia cara, se daban situaciones irregulares tan descaradas, tan impresentables, tan despiadadas, con unas Madres contrariadas, confundidas, interesadamente engañadas, que a uno le dan ganas -una vez más- de rebelarse, aunque no sabe bien contra qué. Quizás contra la propia condición humana que permite que médicos, enfermeras, monjas, carpinteros, taxistas, enterradores y un sinfín de profesionales hayan trabajado en

estos casos combalachados para

realizar una acción que, por oscura, todavía resulta más sospechosa y vil.



Narramos esta semana en nuestras páginas cómo un esperado parto terminó en tragedia griega porque no se puede privar a una Madre de lo más preciado, su hijo no nato, desde la impunidad que da el hacer callar y tirar para adelante aduciendo, como en este caso, que nació muerto, mientras la sangre analizada delata toda una vida que ha sido robada.