Opinión

Muros y lamentaciones

Un 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín que separaba la capital alemana en dos desde 1961. Y estos días que se ha conmemorado, parece que fue lo único y lo último que padeció la Humanidad.

Sin duda fue un avance que con ese gesto acabara la Guerra Fría, pero no atan los perros con longaniza en este mundo nuestro desde aquel momento: Uno de los bloques enfrentados, el Comunista, estaba herido de muerte. Y aquel día simbolizó su fin, que dejaba atrás una de las más grandes dictaduras de las ideas.

Sin embargo, haciendo balance, este 20º aniversario no puede si no hacernos recordar que Israel está construyendo en Palestina otro muro no menos vergonzoso; EE. UU. levanta vallas a lo largo de mil kilómetros para frenar a los mexicanos; y nuestra querida Grande y Libre ha montado en Ceuta una verja que semeja una auténtica burbuja, en la que esta taifa está aislada de Mamá África y recogida en el celofán hipócrita del cómodo e iluso pijo occidental, que siempre mira para otro lado. Y parece que nadie desea reconocerlo estos días.

Tenemos memoria selectiva y conveniencia de criterio.