Opinión

La revolución que no fue

La revolución cubana se convirtió en algo que quiso ser, y no fue, al fracasar sustituyendo a un dictador, Fulgencio Batista, por otro, Fidel Castro, y ahora que se conmemora el 40º aniversario de la muerte del Che, todavía queda más claro, al ver en qué se ha transformado aquella movilización: uno de los regímenes más cerrados y truculentos, cuyo estado monopoliza desde primeros de año la figura del que fuera médico, relegando su imagen mercenaria a souvenir de turistas y fetiche de adolescentes, mutando su perfil rojo y su camiseta negra, mítica imagen del guerrillero heróico, en un ejemplo chorra de lo más in y lo supuestamente rebelde.

La famosa foto en que Korda inmortalizó su barbuda figura, que semejaba un Jesucristo del siglo XX soñador y crédulo, se convirtió en el símbolo de las revoluciones, pero el líder,Castro, lo dejó partir, abandonándolo con una maniobra política equiparable a las mejores del propio Franco, hasta que murió fusilado tras ser acorralado en Bolivia por la CIA y el séquito del ejército de René Barrientos.

Su figura y su palabra marcaron una época, es indiscutible... Partidario de la lucha armada, sus palabras encendían los ánimos, -“sean capaces de sentir cualquier injusticia contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, reflexionaba-, en un momento, los años 50-60, en que el mundo vivía una profunda transformación social. La esperanza de los idealistas reside ahora en el mismo país que le vio morir, donde un hombre como Evo Morales parece querer tomar el testigo de aquel icono, con sus jerseys y sus ideas.

La historia es tozuda y se repite hasta la saciedad. Mariano