Con mucha pompa, el Congreso de los Diputados se puso estupendo el otro día y abogó por la Renta Básica, un tópico que consiste en dotar de derechos -¿aún más?- a los ciudadanos, para recibir una cantidad per se, por el hecho de existir.
A la idea no le falta hasta sentido en una sociedad cada vez más mecanizada y donde los robots reducen el número de puestos de trabajo. Pero, sin duda, se trata de una ocurrencia sin sentido si, primero, no se sabe cómo se va a pagar semejante prebenda colectiva, si ya debemos todo nuestro PIB. Y segundo, si vivimos en un país con una falsa elevada tasa de desempleo en el que la economía sumergida campa a sus anchas, y donde estamos alimentando a los vagos con el pienso y la olla boba del pago del desempleo sin exigir contraprestaciones como formación, trabajo a la comunidad y la exigencia de buscar empleo...
¿Qué se conseguiría con ella?
¡Más miseria y más pobreza!
