Opinión

En quién confiar

El Estado como lo conocemos hoy, es producto de un largo proceso histórico. En el XVI, aparece el Estado Moderno, en España con los Reyes Católicos. En el XVIII se produjo un deslumbramiento por la Ilustración, por sus nuevas ideas. El espíritu ilustrado se reconocía en el menosprecio de todo lo anterior, lo que se había dicho y hecho hasta entonces, al parecer ya no tenía valor. Con la preeminencia de las nuevas ideas y de los nuevos valores, en las esferas claves de la sociedad francesa, el Antiguo Régimen se derrumbó. La estructura de poder derrumbada era mucho más débil, de la que le sustituyó.

Las propuestas totalitarias del siglo XX -el nacionalsocialismo y el comunismo-, nos dejaron en herencia el agrandamiento del Estado, sin olvidarnos, del horror de los millones de muertos, por la búsqueda de una nueva sociedad, de un hombre nuevo. Todos los procesos revolucionarios tienen cosas en común, un exagerado aprecio por lo nuevo, y un desprecio por lo antiguo. Cuestionan a la familia, a la propiedad, a las tradiciones, a la religión. Planean construir una sociedad nueva, buscando un hombre nuevo, apoyándose siempre en el poder del Estado.

Los que derrotaron al nacionalsocialismo y al comunismo, adujeron que el problema no estaba en el Estado, sino en los fines que perseguían los derrotados y que había que cambiarlos, por unas metas más nobles, las del Estado Democrático. Desde ahí se desarrolló con el tiempo el Estado del Bienestar. Hoy la mayoría apoya este modelo, olvidando que en la práctica llega a restringir la libertad de las personas, al desarrollar un excesivo peso de todo lo estatal, como en el caso español, que con el desarrollo de las autonomías sin ningún freno, llegamos a la locura de unas castas políticas que todavía les parece poco, los más de tres millones de funcionarios.

Con la profunda crisis económica y de valores, hoy nos cuestionamos lo anterior y echamos en falta a auténticos líderes, que dejando atrás lo que nos desune, se apoyen en los demás, y galvanicen a toda la sociedad, en la búsqueda: de un mayor esfuerzo, de una mayor austeridad, y podamos encontrar la vía de hacer descender la tasa de paro, y de atisbar la luz de la salida de la crisis, en el medio plazo.