Opinión

El eco de las fiestas

Sorprendentes las noticias que hasta la hamaca, en la orilla de la playa, nos han llegado sobre las fiestas de Tudela a los que hemos preferido ausentarnos del bullicio y disfrutar de la calma chicha y el azul del mar (en este caso Mediterráneo) en esas fechas. ¡Ni los sanfermines! decían algunos tudelanos que me he encontrado en la Costa Dorada, tras saber de los 19 heridos del toro de fuego, los corneados y volteados en los encierros, y los casi aplastados por esa vaca saltarina en la suelta posterior al último encierro de las fiestas patronales. (Uno de ellos, paradójicamente, es un médico que trabaja en Urgencias en el Reina Sofía, el único herido de las fiestas que todavía permanece ingresado).

Los ecos de las fiestas que llegaban hasta el chiringuito nocturno de Cambrils, -con luces tenues y evocadoras, enclavadas en la arena, y del que emanaban las notas musicales más relajantes del chill out, mezcladas con el maravilloso sonido de las olas- no nos dejó indiferentes. Y ahora, cuando hemos llegado a la capital ribera y nos hemos enganchado a la rutina, con el calor bardenero y los mosquitos del Ebro, nos topamos con otra noticia que tampoco nos deja como convidados de piedra: el concejal de Festejos ha planteado la posibilidad de suprimir el toro de fuego del programa de Santa Ana, sobre todo porque sus principales adeptos son niños.

La verdad es que este acto entraña cierto peligro, pero no menos que los fuegos artificiales; el cohete con su aglomeración de gente y los cascotes de vidrio sembrados en el suelo de la plaza; el torbellino de la Revoltosa; los hinchables de alturas vertiginosas; algunas atracciones de feria, y si nos ponemos quisquillosos... hasta los cirios de la procesión de Santa Ana. Y también se me ocurre la maroma que sujeta al Ángel en la tradicional Bajada. Si nos paramos a analizar las cosas, todo lo que nos rodea entraña cierto riesgo; y que se produzca un desastre, a veces es fruto de la mala suerte, aunque también, desde luego, de los errores humanos y técnicos. Suprimir el toro de fuego, como parte importante de la tradición y las fiestas, desde mi punto de vista no sería una decisión acertada.