Opinión

¿A quién subvenciona la PAC?

Algunos sábados por la tarde me dejo caer por la zona de zuriteo en Tudela, nos juntamos unos cuantos amigos y hablamos de temas más o menos triviales; el caso es que por desconocimiento o por ignorancia uno de los presentes entró a matar como un valiente sin miedo y sin saber de lo que hablaba: “y las subvenciones que os dan a los agricultores qué pasa, tanto vivir del cuento… Me quedé pensativo y no contesté, pensé que no merece la pena contestar a un ignorante. A lo largo de la semana he llegado a la conclusión de que quizás no sea un ignorante sino un desinformado y voy a tratar de  explicar a quién, o mejor dicho, qué subvenciona la PAC.

 En mayor o menor medida, se ha instalado en la sociedad la idea de que es esta una política destinada exclusivamente a los agricultores y ganaderos, cuando como toda política pública (de Educación, de Sanidad, de Justicia, de Seguridad, de Energía, de Automoción,  de Alimentación, de Competencia, de política monetaria…) su finalidad es la de mejorar las condiciones de vida, presentes y futuras, de sus destinatarios finales, que son todos los ciudadanos.

 A este respecto la PAC constituye un pilar básico de utilidad para toda la sociedad a través de los múltiples servicios que proporciona (de producción, de calidad de los alimentos, de ordenación del territorio, de dinamismo socioeconómico de las zonas rurales; de conservación de los paisajes, del patrimonio rural, de la naturaleza, de biodiversidad), y todo ello con dos objetivos principales que son: reconocer al sector como estratégico, permitiendo equiparar la renta de los agricultores a la de otros sectores económicos y tratar de asegurar el abastecimiento, con unos precios asumibles para los consumidores, intentando eliminar la volatilidad de precios.

 ¿Se han cumplido estos objetivos? NO. El mercado europeo ha pasado de ser netamente exportador a depender de países terceros, especialmente en España donde producimos el 45% del cereal que consumimos.”Si no se produce aquí, vendrá de fuera” (¿) En cuanto a la calidad diferenciada de nuestros productos en Europa, los consumidores no estamos dispuestos a pagar y optamos por consumir los productos más baratos en los lineales de los supermercados; “he comprado el tomate a 0.45 €/lata” (¿);   respecto a las zonas rurales, el  éxodo de los pueblos a las ciudades ha destruido un patrimonio rural y de primera magnitud, creando los pueblos fantasma. Las rentas agrarias y los agricultores no dejan de disminuir, desapareciendo el recambio generacional. En este contexto las ayudas PAC, que apoyan al sector, en un claro retroceso, no logran que el sector cubra los costes, produciendo a pérdidas y los consumidores no nos beneficiamos de esta caída de precios. Se me antojan múltiples interrogantes: ¿Es posible y deseable que las actividades primarias pierdan su carácter estratégico?¿Cómo se puede producir a pérdidas? ¿No está prohibida por la política de la competencia?¿Por qué el gasto en alimentación respecto al total de la renta familiar en España tiene que ser de los más reducidos de nuestro entorno, cuando en Francia es prácticamente el doble?¿Hay que cargarse a un sector que produce bienes seguros y saludables y que mantiene una estructura básica para la sociedad ”liberando” renta con destino al ocio u otros bienes y servicios?¿Por qué subsiste el sector ante esta situación?

Tú crees que por las subvenciones. La realidad es que la falta de reacción ante este estado de las cosas y dejar de producir por parte de los agricultores, que sería lo habitual en cualquier otra actividad como estamos viendo en el comercio o en otras pequeñas empresas, lo explica la rigidez para reaccionar y abandonar la actividad agraria, porque el escenario de regresar no es posible -no se puede dejar una plantación para volver a los años- o existen otras razones difíciles de medir, (tradición, etc.); el caso es que se aguanta. No tiene ni pies ni cabeza esta situación y urge reaccionar a partir de una concienciación de la sociedad sobre el “coste social” de no tener agricultura.