Opinión

Narcoticracia

Recuerdo que, hace ahora exactamente 10 años, nos visitaron en el Instituto Benjamín de Tudela María Gracia Iribarren (PSN) y Félix Taberna (entonces IU, ahora ni se sabe qué). Se sentaron en la mesa que presidía el enorme salón de actos del centro, mientras nosotros, los alumnos de Bachillerato, les escuchábamos desarrollar sus opiniones e ideas acerca de la Constitución Europea, cuya aprobación o rechazo iba a votarse en un referéndum de la ‘repera’.

Un profesor les trasladó su inquietud en el turno de preguntas posterior. “Esto de la constitución está muy bien pero… ¿se acabará la burocracia?”.

Taberna, radicalmente en contra de la carta magna continental, respondió al profe que no se hiciese muchas ilusiones. Iribarren predicó las bondades de ese lazo de hermandad del rollo United Colours of Benetton, ahora un cómplice más de la globalización (sólo económica) que nos ha transformado en humanos deshumanizados.

Una década más tarde, no es que la burocracia no haya acabado. Ni siquiera se ha suavizado o adecuado a la gente de a pie. Directamente se ha convertido poco menos que en nuestro sistema nervioso.

Taberna tenía razón.

Lo que no nos dijo es que nos gobernaría esta ‘narcoticracia’ actual, que edulcora la ineptitud e invita a la pereza social. Que apila todo en muñecas rusas de comisiones de expertos, subcomisiones de subexpertos, departamentos, subdepartamentos, consejos, secretarías y demás morfemas a todas luces agotadores.

El otro día, la Plataforma por la Defensa de la Sanidad Pública en la Ribera denunciaba la imposibilidad de acceder al informe que supuestamente demuestra el ahorro de llevarse el 70% de las analíticas a Pamplona.

En realidad nadie lo ha visto, pero… ¡ojo! Es un informe y a los informes hay que remitirse, dicen desde arriba.

¿Por qué no leeremos más a Kafka?

Mikel Arilla Álvarez

Periodista