Iluminación navideña y Black Friday, son dos espejos en los que ver el consumismo en el que nos sumergimos con el empuje de la publicidad. La contaminación lumínica, no desaparece aunque se minimice con lámparas de bajo consumo. Ni la crisis ni el Black Fraude ni la comida desperdiciada ni la desesperación de quienes naufragan intentando acercarse a nuestro supuesto paraíso, consiguen frenar el consumismo en Navidad y llenarla de valores fraternos.
Afortunadamente, existen otras luces, otras voces. Hay quienes fomentan la recuperación de unas navidades con un sentido más humano. Hay movimientos que promueven una Navidad sin Regalos y otros que defienden que los regalos sean útiles, necesarios, sostenibles, o quienes, como Ecologistas en Acción o Greenpeace, impulsan un mayor raciocinio en la celebración navideña. Ecologistas en Acción insta a los Ayuntamientos a que ajusten los días de iluminación a los estrictamente festivos y que iluminen con energías renovables. El comercio local puede apoyarse con música, actividades callejeras de animación sociocultural. Hay colectivos que apelan al consumo responsable, a recurrir al comercio justo como el de Balún Canán en Tudela, al comercio local y productos de cercanía, a la solidaridad y redistribución como hace Villa Javier. Hay otros que nos recuerdan la necesidad de reducir, de reutilizar o que promueven el intercambio. Hay pequeños comercios que, agrupados en la plataforma #pidouncambio, exigen una mejor regulación de las rebajas y que las temporadas se ajusten al cambio climático.
Ojalá que estas luces, estas otras voces ganen cada vez más espacio para poder celebrar una cada vez más Feliz Navidad para el conjunto de los seres humanos.
