Opinión

Después del 8-M

Ahora que se han apagado los focos y se han plegado las pancartas, es el momento de dar las gracias. De agradecer su trabajo desinteresado a muchísimas mujeres, que se dejaron la piel el pasado viernes para que los actos del 8 de marzo salieran tan bien como salieron, en Tudela y en toda Navarra. Había nervios, había emoción, había ilusión por reproducir en 2019 las masivas movilizaciones del año 2018. Así fue, y eso solo puede significar una cosa: el movimiento feminista es imparable, y como decía el manifiesto del Consejo Municipal de la Igualdad, no está dispuesto a dar “ni un paso atrás”. 

Pero el feminismo se hace todos los días, no solo ante las cámaras. Este último Día Internacional de la Mujer ha sido la culminación de una legislatura en la que la política municipal de Tudela se ha leído en femenino. Nos hemos puesto las gafas moradas para que volvieran a funcionar los engranajes de Bienestar Social. Y no lo hemos hecho en solitario. A nuestro lado han estado el Consejo de la Igualdad, al que ya hemos citado, pero también los colectivos de mayores, las entidades de personas con discapacidad, las asociaciones de inmigrantes… Sin ellas y ellos no hay política posible.

La semana pasada se produjeron críticas al manifiesto de la gran concentración de Madrid. Algunas de ellas le afeaban que se refiriese a asuntos que no eran “estrictamente feministas”. Ese es el gran error. El feminismo no solo habla de las mujeres y de “nuestros problemas”. Habla de un nuevo modelo de sociedad. En la reivindicación de pensiones dignas para todos y todas, también para las viudas que ingresan una miseria, hay feminismo; hay también una mirada feminista e inclusiva en la forma en la que atendemos a los migrantes, o en el fomento de una nueva cultura de los cuidados, más equitativa e igualitaria. O en el reparto de la riqueza.

A nadie se le ocurriría decir hoy que el sufragio femenino sirve para que las mujeres votemos solo sobre los “asuntos de las mujeres”. Sería inconcebible. Esperemos que pronto sea también  impensable un mundo en el que no quepan las demandas feministas del 8-M, que solo se conseguirán si no damos “ni un paso atrás”.