Opinión

Suárez y Azkuna, prometo y cumplo

Esta semana de las Marchas por la Dignidad, indignamente "coreadas" -y vociferantes- en la capital, estamos asistiendo al espectáculo dantesco con el que el Estado está despidiendo a dos hombres, para bien o para mal, claves. Uno, de la Transición: Adolfo Suárez, el ex presidente del  "puedo prometer y prometo", que "elevó a la categoría política normal, lo que a nivel de la calle era normal". Y el otro, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, que sacó de la oscura nube industrial a una ciudad desmantelada y agria.

Y, más allá de los dimes y diretes que se pudieran apostillar acerca de una figura del movimiento fascista, y de su indudable aportación a eso que dan en llamar en este país "Constitución" y "Democracia", debemos alabar el trabajo de Suárez, por eso mismo, porque se entregó a unos ideales -matizables- pero que sirvieron al conjunto de la Sociedad.

Como ocurre con el nacionalista del PNV, Azkuna, que abogó por la "interdependencia de los pueblos", ambas figuras tienen en común que primordialmente trabajaron y cumplieron, fieles a su espíritu e ideario, pero desde el compromiso y el sentido común. Algo que ahora, sin lugar a dudas, la ciudadanía echa en falta de una clase política interesada, aborregada y apuñada en torno al dogma y el catecismo que representan los inmovilistas partidos de las ideas fijas -absurdas e inútiles-. A la postre, empresas centradas en su propio y endogámico provecho.

Lejos de ideologías, ahora que se han ido ambos echaremos de menos figuras políticas que prometan y cumplan, sin temblarles el pulso.