Ya se empieza a notar la cercanía de las fiestas de Tudela no sólo por lo que se respira en el ambiente, si no por el ánimo que la población entera ya refleja.
Se percibe una alegría que no es otra que el olor del blanco y rojo… el olor de las fiestas… estas fiestas que nos provocan un sentimiento de placer que permanece tatuado en nuestra mirada y nuestra actitud. Una expresión en nuestra cara que se revela con una sonrisa permanente todo el día.
Son unas fiestas con sentimientos encontrados… en las que el verdadero protagonismo es de nuestras gentes, llenando nuestro interior de bienestar, alegría y ganas de disfrutar.
Una vez leí que la alegría para muchos se simbolizaba con el color cian o amarillo y que este color se comparaba con el optimismo o el placer… pues bien, ahora me doy cuenta que quién dijo esto ni era de Tudela ni había estado nunca en nuestras fiestas, porque si no se habría dado cuenta que lo que provoca en las gentes el optimismo, el placer y la alegría son los colores rojo y blanco.
" La cercanía de las fiestas provoca un sentimiento de placer”
Unos colores que visten a la gente para estar todo el día en la calle por una emoción general que contagia a unos y a otros, para vivir unas fiestas como si se nos fuese la vida en ello, en una semana que la llevamos esperando desde el día en que terminaron el año anterior y en el que dijimos aquello de: -“ya falta menos”-.
Después de todo un año en el que el trabajo, el estrés, los problemas y otros se apoderan día tras día de nosotros, es realmente satisfactorio que llegue el 24 de julio para dejar todo ese año atrás y expulsar todo ese estrés por nuestros poros, nuestros gritos de alegría y nuestro contacto con la gente.
En fin, que se me está poniendo la carne de gallina de imaginarlas.
Que las disfrutemos todos muchísimo y que sobre todo las vivamos con respeto.
¡Que vivan nuestras fiestas, viva Tudela y viva Santa Ana!
