Opinión

Sueño por Navidad

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Y me quedé dormida, con los sentidos desconectados de todas las feas realidades del mundo, un mundo desagradable y cruel.

Y caminaba despacio, sobre blanco, observando una vida tranquila, sin prisas ni agobios, sin luchas ni guerras, sin malas noticias. En la calle el silencio sonreía, el viento soplaba luz y bienestar. La vida se veía y se leía distinta.

La gente colocaba en las puertas de sus casas los adornos navideños, se respiraba tranquilidad, paz, felicidad.

Se palpaba que era más importante lo que se tenía en el corazón que lo que se tenía en la mano.

El maltrato, tanto al ser humano como a los animales, no existía… ni tan siquiera en el diccionario.

Los niños, como cuando yo era peque, jugaban en la calle; no había ninguno que pasara hambre, ni frío, ni descalzo y mucho menos tirado en una playa sin vida, sin culpa, inocente, resultado de absurdos conflictos e intereses de las altas esferas y las grandes potencias.

Internet existía pero no había publicaciones que iluminaran personalidades violentas que facilitasen desastres. Los móviles tenían una aplicación para pararse a disfrutar de la vida.

En este mundo, las lágrimas quemaban por alegrías, no por dolor.

No había marcas en los rostros que testimoniasen algo duro o difícil; tampoco había corazones ni heridos ni malvados.

Sí que existían leyes y normas, claro está, pero eran de orden e iguales para todos y por consiguiente existía la igualdad: un estado en el mundo que evita conflictos.

No se lamentaba lo que se perdía si no que se celebraba lo que se encontraba.

Y mientras caminaba, escuchando nada en particular y todo en general, miraba a ambos lados, con cautela y de puntillas para que algo tan hermoso no se rompiese y temía que alguien pudiera aparecer y quitarme ese paseo.

En el fondo de mi sueño las incógnitas empezaban a arremolinarse. Quería seguir allí aún con ese aluvión de pensamientos que comenzaban a hacer ruido, a intranquilizarme, a desbloquearme la razón con sonidos estridentes e insistentes que mi conciencia no soportaba, sonidos que hicieron que abriera los ojos para darme cuenta de su procedencia: mi despertador y una voz dulce y cálida que me decía: -“despierta es Navidad”-… pero yo quería seguir allí un ratito más.

¡Feliz Navidad a todos y todas!