Opinión

¡…Y llega otra vez!

A ver… que lleguemos de nuevo a estas fechas y lo podamos festejar, ya es algo de por sí interesante. Y es que, a estas alturas de año y al hacer balance, hemos vivido, que en definitiva, es a lo que hemos venido. Nada trajimos y nada nos llevamos. Sólo nos hablan de vida las vivencias y experiencias que fuimos capaces de disfrutar y hacer disfrutar a otros.

Con independencia de su origen, la Navidad es una fiesta que invita, que incita a reivindicar el abrazo, la cordialidad y el perdón. Es momento propicio para intentar superar, ó al menos olvidar, la lista de desatinos, errores y torpezas en las que incurrimos en más ocasiones de las que quisiéramos. Estas fechas que vienen, suponen un alto, una tregua, un descanso para nuestras prisas y faltas de atención, a las que nuestros congéneres jamás deberían acostumbrarse, entre otras razones, porque de ello no son merecedores. No se pretende despojar a estos festejos de su carácter confesional, a pesar de la prematura adquisición de loterías, el indiscriminado bombardeo de ofertas consumistas y el descerebrado acopio de turrones y otras exquisiteces, que, más de una vez, han ocupado cajón hasta la festividad de San Blas, y no del mismo año.

Conformado en un año natural, todo son deseos buenos para el ciclo que viene. Se nos llena la boca de propósitos positivos, el buche de viandas y preparados al horno y el alma de anhelos y esperanzas. Prepararemos, planearemos y brindaremos al juntarnos alrededor de los nuestros y de una mesa repleta, claro está. Y sonreiremos.

Y todo ello a pesar de que, cuando llegue el nuevo año y, a la vuelta de la esquina, va a estar el mismo recodo, la misma farola y las mismas caras. Eso sí, todo un poquito más ajado. El camino sigue y es muy tonificante que podamos proseguirlo. Así que... ¡Adelante!

¡Feliz Navidad y mejor año que viene para todas/os!