Opinión

Detente en la Alegría

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De la misma manera que descubrimos entre las botellas y vasos del bar el taco de boletos de la lotería de Navidad, cuando la primavera comienza a expirar en fecha, que no en calor, llega a nuestros oídos la frase… “El tiempo vuela, Ramón, como que ya estamos en fiestas”. Frase a la que concedemos cada vez  más importancia, de forma inevitable. La vida pasa y conviene convertir en irrepetibles los momentos de  alegría, entre la explosión de júbilo que supone el comienzo de la fiesta.

La vida es corta, efímera e inevitable. La fiesta es momentánea, esporádica e infrecuente. Es por esto que, ya que el tiempo ni afloja, ni frena, ni se interrumpe, nos sentiremos mejor si, por unos instantes, somos capaces de detenernos en la alegría. Entonces el tiempo, el reloj y su horario tienen menos armas para condicionar nuestra actitud, nuestro deseo de disfrutar. El cohete anunciador rasga el cielo en su explosión, a modo de ruptura de lo cotidiano, para hacernos entrar en las danzas y las músicas, en los abrazos y  el sudor.

¡Ah!, y las tradiciones. Aquéllas en las que participa el pueblo y las hace suyas como símbolos identitarios, independientemente de su origen civil, religioso, pagano o de cualquier otra procedencia. Costumbres y actividades a apreciar por quien corresponda, siempre con respeto a toda creencia, tendencia o alternativa. Forman parte de la fiesta, y la fiesta es de todos y par

a todos.

Lo dicho, a disfrutar y a intentar construir una sociedad mejor, más feliz y más solidaria. ¡Felices Fiestas y Viva Santa Ana!