Opinión

Termina el año

2017 termina para la Ribera con expectativas renovadas que no existían hace doce meses. Ha sido un año dedicado al trabajo en común de todos los actores en cuyas manos está nuestro futuro como sociedad próspera, justa y cohesionada. Un trabajo liderado por el Consorcio EDER que ha reunido a cientos de personas de todas las ideologías y partidos políticos, de todos los sectores sociales y económicos; de la administración y del ámbito privado; de la agricultura, la industria, el turismo y la cultura; de Pamplona y de la Ribera. El resultado ha sido el Plan de Activación Comarcal 2017-2030, presentado hace unos días en Tudela dentro de la Estrategia Comarcal de Especialización Inteligente de la Ribera.

Algo me dice que esta vez no se va a convertir en papel mojado. Y lo creo así porque todo esto surge de un anhelo y un clamor social canalizados por quienes tienen que hacerlo, y no de una ocurrencia de ninguna institución, no compartida por los ciudadanos. La crisis que hemos padecido ha tenido la virtud de hacernos reparar en nuestras carencias, en la brecha territorial que existía en Navarra y nos ha hecho reaccionar. Y no como hasta ahora, con la queja aislada e improductiva o con el huero victimismo, sino poniendo encima de la mesa cincuenta proyectos estratégicos que deberán terminar con esta situación que hemos padecido durante demasiado tiempo. Muchos de ellos son proyectos largamente acariciados, pero otros son novedosos y arriesgados, como se espera de una sociedad viva e innovadora. 

Durante estos meses he visto participación, ilusión, empeño y compromiso, por parte de todos los sectores afectados de la Comarca y también de la Administración Foral, a la que hemos de vigilar con ojos escrutadores esperando las actuaciones destinadas a llevar adelante este plan. Los Presupuestos de los dos próximos años darán la medida de la sinceridad de ese compromiso, en la que creo.

Con el trabajo hecho (comenzado) en la mochila, deseémonos más que nunca un próspero 2018 para toda la Ribera.