Opinión

La Puerta del Juicio

En el tiempo de la globalización y de las redes sociales, la tendencia a la uniformidad es un riesgo del que deberíamos huir.

En el tiempo de la globalización y de las redes sociales, la tendencia a la uniformidad es un riesgo del que deberíamos huir. También en las fiestas de Tudela y en las de todos los pueblos de la Ribera, sobre todo si el modelo que imitamos no mejora en nada, sino que empeora, lo que nos caracteriza desde hace generaciones.

Haríamos mal en abandonar costumbres que han hecho de nuestras fiestas lo que son, para abrazar un modelo como el de Sanfermines que, se está demostrando ya, empieza a dar señales de decadencia por los inconvenientes que genera. Aquí no existe el problema de la masificación turística que vemos en Pamplona o en Barcelona, pero corremos el riesgo de convertir el patrón de diversión en una copia de lo que sucede en la propia capital o en la costa, con ejemplos que todos tenemos en mente como Salou o Magaluf.

"Si prescindimos de nuestras señas de identidad, adiós Fiestas”

Tudela siempre se ha caracterizado por vivir esa semana de puertas para afuera, con las peñas abiertas, los almuerzos y las cenas en medio del humo de los sarmientos en plena calle. Desde sus orígenes las fiestas han sido transgresión, poder hacer lo que no se hace el resto del año. Podemos disfrutar cada sábado de los huevos fritos con patatas y jamón en el bar, pero en fiestas se echa ya en falta el olor de las costillas y de las sardinas en el Casco Antiguo, el caldero de pochas y la cazuela del ajoarriero. 

Quizá los problemas que este año han surgido por la masificación de la comida popular se podrían evitar si cada peña organizara su propia comida, si cada cuadrilla de amigos hiciera lo mismo. Eso repartiría el ambiente durante todos los días de fiestas y por todos los rincones de la ciudad, sin originar molestias excesivas concentradas en un solo lugar. 

Si prescindimos de nuestras señas de identidad, corremos el riesgo de hacer de las fiestas un “macro fin de semana” que sólo se diferencie de cualquier otro del año por la cantidad de gente que se acerca en los días principales, y demasiado similar a los que se celebran en lugares con mayores atractivos.