Nuestra Mancomunidad propuso recientemente la fórmula mágica de agrupar contratos de limpieza para mejorar el servicio y sobre todo bajar el coste del mismo. Es decir, si en vez de que cada Ayuntamiento contrate a una empresa, si son las 19 de la Mancomunidad, será más barato.
Entonces, y por ende, en vez de que sean sólo los pueblos mancomunados, porqué no lo hacemos con toda la Ribera, y porqué no para toda Navarra. Yo aún diría más, porqué no agrupamos la contratación de todos los servicios municipales para toda España, o mejor aún, para toda Europa.
Así como nos indica el Presidente de la Mancomunidad, Tomás Aguado, conseguiríamos un contrato más interesante y jugoso para las empresas, o sería más apropiado decir para la empresa que se quedaría con todo el negocio, eliminando, de un plumazo, casi toda la posible competencia. ¿Cuánto vale para una empresa que su competencia desaparezca?
Y porqué no extendemos este razonamiento “tan lógico” a que si todos los servicios públicos fueran concedidos a una sola empresa, ¿no serían estos más baratos? Aún es más, podemos llegar a imaginar un mundo donde todos los servicios y productos fueran producidos y comercializados por una sola empresa. ¿Entonces serían más baratos los servicios y productos para los ciudadanos? Yo creo que esto ocurría en la época histórica de las monarquías absolutas o del partido único,
y según cuentan no eran más baratos, eran más bien “esto es lo que hay”.
Si algo la historia nos ha enseñado es que lo más barato y el mejor servicio se consiguen en base a la competencia en un marco jurídico que garantice la igualdad de oportunidades tanto para el vendedor (empresa y trabajadores) como para el comprador (ciudadano). Y para ello es necesario se respete la subsistencia y capacidad de creación de empresas suficientes para que compitan entre ellas. Es ésta competencia la que garantiza el desarrollo y evolución en calidad de todo el tejido socio-económico, al igual que Charles Darwin describió el mecanismo de evolución de las especies en base a la existencia de una competencia y adaptabilidad de ellas ante el medio, por eso es prioritario la conservación de la biodiversidad si se quiere que dicha evolución se siga produciendo.
Este tipo de fórmulas mágicas basadas en eliminar competencia (tejido socioeconómico) por medio de bajadas iniciales de precios por medio del “dumping” (cobrar por debajo del coste), y bajadas sustanciales en los salarios de la mano de obra de los riberos que se contraten, realizadas por macro empresas sustentadas por accionistas bancarios con créditos irrisorios o incobrables y pago de impuestos de cachondeo y desconocidos, no es nuevo, sino muy viejo.
Que nuestros políticos administradores hagan propuestas de esta índole hoy en día es increíble.
En vez de proteger el mantenimiento y desarrollo de un tejido socio-económico (empresas y trabajadores) local, sin contabilizar el índice de retorno del gasto o inversión en este caso en limpieza, sobre impuestos, mejores salarios dignos, y revitalización económica de toda la Comarca, es alucinante.
Pero lo más alucinante es que nuestra Asociación de Empresarios de la Ribera no haya dicho nada, ya que para limpiar las calles no creo sea necesaria tecnología de la NASA, en defensa de nuestras empresas y emprendedores. Que los sindicatos no clamen al cielo exigiendo que en los pliegos de contratación se contemplen claramente el pago de salarios dignos, y que la competencia entre los riberos por trabajar en la limpieza de sus pueblos no sea por quien lo hace más barato, sino con más eficacia, calidad y rendimiento.
En fin, espero que AER, Sindicatos y vecinos de cada pueblo de esta Ribera se pongan las pilas, que empresas o cooperativas de trabajadores riberos se puedan presentar a estos concursos, y exijan servicios de calidad, a un coste razonable, con salarios dignos, lo cual será lo más barato y mejor para el presente y el futuro de la Ribera, en vez de fórmulas tramposas como ésta.
Ángel Guillén
Empresario ribero