Opinión

Un nuevo Contrato Social

Son fechas prenavideñas muy dadas a pedir que los sueños se cumplan. Por tanto, los sueños son libres para ser soñados, y hacer lo posible porque se hagan realidad es legítimo y necesario.

Cuando el día 25 de noviembre me manifesté en contra de la violencia de género, me sentí reconfortada porque a pesar de ser terrible el sufrimiento de muchas mujeres, otras dieron un paso adelante y manifestaron su deseo, su sueño, de que sean tratadas por igual, tanto si son mujeres con discapacidad intelectual, como si son mujeres sin ella.

Si son gitanas o payas, si son emigrantes o de estas tierras. Por primera vez, muchos colectivos se unieron con mujeres y hombres que juntos nos reivindicamos como personas libres y responsables, que exigimos respeto y dignidad.

Cuando cada día nos despertamos con que miles de refugiados mueren en el mar o los tenemos en nuestras fronteras, y me indigno porque la miseria de algunos gobiernos es tal, que olvidan lo que hemos sido en esta España Nuestra. Muchos exiliados por causas políticas y otros exiliados económicos, fueron acogidos.

Cuando cada día nos desayunamos con que los nuevos trabajos que se crean son de tan mala calidad que nunca permiten salir de la pobreza a quienes los desempeñan.

Cuando estas navidades algunos estemos en nuestras mesas de fiesta y otros no tengan qué llevarse al estómago.

Cuando a pesar de que estudios realizados por organismos competentes, nos dicen que la humanidad nunca ha estado tan equilibrada como en estos momentos, me parece que no debemos renunciar a estar mejor.

Porque, como dice Joan Subirats en su tratado sobre un nuevo Contrato social, “velemos porque la prioridad de los poderes públicos sea la Justicia Social”.

No deleguemos las responsabilidades propias y colectivas, defendamos lo que consideramos como bienes comunes.

Que no nos rompan el sueño.

¡Feliz 2018!