La Navidad: Cuestión de Amor

Sorprende ver cómo la Navidad, una fiesta familiar por excelencia, basada en la cercanía y la ternura, va perdiendo credibilidad y su razón de ser.

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photo_camera Sorprende ver cómo la Navidad va perdiendo credibilidad y su razón de ser

Sorprende ver cómo la Navidad, una fiesta familiar por excelencia, basada en la cercanía y la ternura, va perdiendo credibilidad y su razón de ser. La dictadura del dinero la va corrompiendo y, sobre sus residuos, se construye ahora la soledad del desamor y el duelo por los seres queridos, contaminados por la vergüenza de la miseria de las dos terceras partes del planeta y por el brutal desequilibrio de posibilidades vitales en los diversos grupos humanos del orbe.

Para comprender el misterio de la Navidad, es necesario volver a los comienzos de la historia y, para ello, yo aconsejaría leer la Biblia, texto magnífico, deleitándonos en su bellísimo relato de la creación del mundo, del surgimiento del ser humano, y de la expulsión del mismo del Edén concebido para él (Génesis, apartado 1,2 y 3). Para el creyente podrá ser una narración metafórica de su realidad. Para el no creyente devendrá a ser una leyenda mitológica tradicional. En cualquier caso, considero que debería ser un aliciente para reflexionar acerca de nuestra situación actual.

Los seres humanos, libres pero alejados de nuestras raíces, vamos avanzando como conglomeración de humanidad, encontrando dificultades impredecibles. Nuestra naturaleza primigenia se ve, con frecuencia, desbordada por nuestra condición adquirida en la ruptura, y cometemos excesivos errores que no solo dificultan nuestro bienestar sino que asfixian nuestro bien-ser. Exploramos la naturaleza sin mesura, agredimos a nuestros congéneres, y nos deshumanizamos.

Estamos atravesando una época confusa y revuelta, en la que priman las injusticias entre los humanos y el deterioro de nuestro entorno natural. ¿Agonizamos los seres humanos como existencia más digna?. Frente a ello, la movilización de la “ecología integral” trata de paliar esta decadencia asfixiante. La encíclica del Papa Francisco, “Laudato Si”, merece la pena ser leída como una muy buena síntesis de la misma.

En este contexto, la Navidad responde a un acontecimiento acaecido hace bastante más de dos mil años: el nacimiento de la figura histórica de Jesús de Nazareth, presunto hijo de Dios, que vino a ayudarnos a reforzar nuestra naturaleza humana. Por eso, cada Navidad celebramos, no solo, el nacimiento de Jesús de Nazareth sino, también, por extensión, la ratificación del ser humano y la fiesta de todos los seres humanos.

La Navidad es el momento de afianzar nuestra naturaleza y de reforzar todos nuestros profundos valores de sentido, fundamentalmente el respeto a la dignidad de todo ser humano, la justicia social, la tolerancia de las limitaciones de los demás, la solidaridad, y el cuidado de todo el cosmos en el que nos movemos, impregnado, todo ello, y alimentado por la razón fundamental de la existencia de todos nosotros: el AMOR.