Opinión

Más que nunca ‘Charlie’

En la facultad no nos enseñan a ponernos chaleco antibalas ni a construir búnkeres infranqueables, aunque muchas veces se antoje necesario –igual que doloroso- recordar que en una profesión como el periodismo existe el potencial riesgo de sufrir daño. Igual que los niveles de alerta terrorista que maneja el Ministerio de Interior, el daño podría perfectamente escalonarse en ratios de intensidad. Desde el más banal e insignificante, puramente psicológico, hasta el más cruel e irracional. Incluso la muerte.

Como ocurre en muchos estados en los que el nivel máximo de alerta jamás se activaría, por estos lares no estamos acostumbrados a que dos descerebrados la emprendan a tiros con un equipo de caricaturistas y redactores en el corazón de una ciudad como París. Muchas veces pensamos que jamás podemos comparar nuestro riesgo particular con el que viven o han vivido los Manu Brabo, Daniel Burgui, David Beriáin, Mikel Ayestarán, Javier Espinosa, Ricardo García y otros tantos nombres que se parten el pecho por lo que aman, su trabajo, en los escenarios más hostiles.

Wolinski, Tignous, Cabu, Honoré, Charb y Bernard Maris no son tan diferentes a ellos, ni tampoco lo es el fotógrafo de la hoja del lunes más modesta de cualquier pueblecito. Todos ellos comparten la profesión más bonita del mundo.

Echando la vista atrás al monólogo del Coronel Kurtz en ‘Apocalypse Now’, quizás el horror, en su naturaleza más cruda, se encuentre demasiado cerca como para obviarlo. Pero un periodista/comunicador tiene la suerte de no deberse a ningún Dios opresor, de no cargar con el peso de ser mártir, de redoblar el sentido de su profesión en la palabra, la caricatura, la imagen o el apunte. Ante el horror, más que nunca, seremos ‘Charlie’.

Mikel Arilla Álvarez

Periodista