Relato encadenado

‘Galernantiprociclón’

Galernantiprociclón 2
photo_camera Galernantiprociclón

Óscar. 24-07-2058

Las 11:00 y casi ni un alma por la calle. Solo unos pocos valientes han desempolvado la ropa blanca y roja y han osado salir de sus casas. Estábamos avisados. Llevamos años avisados de este desastre pero, como siempre, la estupidez humana ha sido más fuerte que el raciocinio. Quizás los caballos de los mulilleros tengan incluso más raciocinio que cualquier tudelano que se precie en estos momentos. Resta menos de una hora para que se lance el cohete. Pero, ¿qué cohete? En las radios se habla de los copos de nieve, de la bajada de temperaturas, de posible suspensión. ¿Quién saldría de fiesta con este vendaval que penetra en los huesos casi acuchillando el alma? ¿Con esta nevada? Miro por la ventana y las copas de los árboles, adornadas por un manto blanco de gran espesor, se mueven graciosas mientras el sonido del viento, furibundo, atraviesa los estrechísimos recovecos de las cristaleras. Un par de mozos corren en dirección al centro, los dos con un plumas oscuro y botas de montaña. A alguno al menos se le ve un trocito de faja saliendo de entre el chambergo. Pero no, es obvio, no parece que hoy vayan a empezar las fiestas.

¿Quién saldría de fiesta con este vendaval que golpea penetra en los huesos casi acuchillando el alma? ¿Con esta nevada?

A mí me lo dijo Fina el otro día. “Como nos venga el temporal ese impredecible que no hace mas que salir en la tele todo el día, verás qué ratos de luto”. Lo comentaba Fina como una especie de reseña calamitosa y profética, pensando en los hosteleros, camareros, los gaiteros y danztaris, los de la comparsa. “¿Alguna vez sale la comparsa en pleno invierno? A mí me suena que no”, decía para sus adentros. Ya habían descendido las temperaturas cuando a Fina le dio por hacer de pitonisa. Y al final, en todos los morros. He puesto Navarra TV y la reportera, en lugar de enviada especial a Tudela, parece una corresponsal del Polo Norte. Al menos ha elegido unas orejeras rojo pasión para combinar con el gorrito de lana blanca impoluta y así hacer un pequeño guiño al folclore. La imagen y el marketing que no falten. Me llama Carla. Que si vas a salir, que si te animas. Y yo, claro, le digo: “Pues no pensaba. He sacado la estufa del trastero y por las justas funciona. Me da como pánico encender la calefacción. Y en lo último que pienso es en ponerme fino a cubatas por Mercadal”.

La reportera de la tele conecta ahora desde el Ayuntamiento. Allí, la alcaldesa, Marina, siempre con gesto conciliador y proyectando un rostro que transmite convicción y firmeza ante las adversidades, anima a los vecinos a sobreponerse al temporal. A mirar por el prójimo. El caso es que los vecinos podrían tener la clave. Hacer como que no ha ocurrido nada. Como que sigue siendo 24 de julio pero, en lugar de 30 grados a la sombra y cubos de agua desde los balcones de Gaztambide-Carrera, hay temperatura en negativo y las viejecitas tiran mantas y anoraks siete pisos abajo. Marina, no dudo que pragmática regidora, se olvida de todos aquellos que -obviamente por decisión propia- han desafiado a la naturaleza y han traído barras de calle, música en la calle, toneladas de hielo, furgonetas de helados o cualquier símbolo veraniego-festivo que ahora se caería por su propio peso. ¿Y los encierros? 

El ‘chupinero’ era un arquitecto muy famoso, del pueblo él, muy tudelano, que tenía que venir de Nueva York en un vuelo que ha sido cancelado. Así pues, cohete de emergencia. Lo tirarán los de la brigada municipal, como reconocimiento a su trabajo quitando la nieve de las aceras. Se acercan las 12:00. Carla me vuelve a llamar desde la plaza. Que estamos unos 50, me dice. Eso sí, que o te pones capucha o te zampas la lluvia de copos, a ratos aguanieve. Y que los bares hacen descuentos y promociones nunca vistas. Le digo: “Si me compras diez cajas de Eferalgan para la pulmonía que me cogeré mañana, salgo pero solo un par de horitas”. Pues que sí, que me las compra. La pereza me doblega por momentos, se está muy a gusto en casa. Pero, en alarde valentía, me pongo camisa, pantalón, faja y pañuelo y el abrigo de paño que rescato del armario de invierno. Salgo a la calle y un irrefrenable frotar de manos se apodera de mí. Pienso en volver a subir al piso, pero no tengo ni repajolera idea de dónde metí los guantes. Oigo el ‘chispum’ a lo lejos, encojo el cuello y enfilo la Avenida de Zaragoza. La primera persona con la que me cruzo es un tipo con esquís.


Jesús. 25-07-2058

Al caballo de Santiago, blanco según el refrán, le han puesto un abrigo como los que le colocan a los perritos y gatitos que se tienen de mascotas, con un bordado estrambótico de ribetes dorados. Alguien debía tenerlo preparado. El cohete fue un éxito de convocatoria, desde luego, pero hoy hemos tenido que redoblar esfuerzos en la farmacia para atender todas las avalanchas de constipados que han venido desde las 9. Este año no es festivo el 25, así que más que un grupito de gente hemos tenido un tropel. Óscar, el novio de Carla, que ayer también salió y en principio tenía fiesta, ha debido acudir a echarnos una mano. Está que trina, tosiendo sin parar. He estado a punto de decirle que se pusiera al otro lado del mostrador.

Las calles lucen blancas como nunca, más que en los inviernos más duros, y la previsión no es muy halagüeña para los dos próximos días. Sin embargo, para la recta final de fiesta, anuncian una subida generalizada de temperaturas hasta los casi 40 grados. Y eso que ahora estamos en negativo. Las terrazas de los bares han desparecido, pero en el interior de los locales el ambiente se hace irrespirable. Aunque puede que los parroquianos realmente lo agradezcan y busquen el calor humano que otorga un bar a reventar. Para la brigada la noche también fue durísima, aguantando las heladas y teniendo que evitar resbalones mientras despejaban de vasos y botellas la zona de Herrerías y Mercadal.

El teléfono suena en la farmacia. Son los de la más próxima a la nuestra. Óscar, que atiende la llamada, me dice que se han quedado sin provisiones de Frenadol y Bisolgrip. Estoy empezando a pensar en proponer el carajillo como antiinflamatorio.


Casilda. 26-07-2058

Al filo de las 12 del mediodía, Santa Ana rozaba las balconadas con hielo derritiéndose lentamente, flanqueada por los porteadores habituales, quienes escondían el frío con camisetas térmicas interiores. El deán había mostrado un ligero carraspeo y la corporación aguantó el tirón con el traje oficial, desoyendo las recomendaciones de sus asesores y técnicos municipales. Quienes cantaban habitualmente las jotas en los balcones hicieron lo que pudieron, aunque muchos se habían quedado sin voz. 

Nuestros vecinos fueron a unirse a la comitiva en la plaza San Salvador y allí nos contaron que la albahaca se les había congelado. Aun así, llevaban sus ramilletes, pochos y chuchurríos, bien apretados al puño. Por una vez, la gente se acercaba a la llama de las velas. Los de la Congregación metieron prisa en la recta final de la procesión para que el personal no tiritase de frío, aunque a los propios congregantes les sorprendió la cantidad de fieles que abarrotaron las calles. Los más listos fueron los del Bar Nuevo Rancho Grande, que prepararon litros y litros de caldico para el vermú post procesión.

Estoy pensando en proponer el carajillo como antiinflamatorio

Son casi las doce de la noche y aún se escuchan los ecos del día grande de fiestas más extraño que recuerdo en muchísimo tiempo, y mira que yo soy desmemoriado. Mi hija Clara me ha dicho que las fiestas están remontando, que ya nos hemos acostumbrado a salir de fiesta con abrigo de Michelín, como lo hacemos en Navidad, aunque a este paso no sé si esto del cambio climático, aplicado a los tardeos, las comidas familiares, las cañas entre horas y las verbenas acabará por hacernos claudicar. Por si acaso, en vez de un vaso de licor café, he pedido una tisana al camarero del Iruña. 

Galernantiprociclón


Rubén. 28-07-2058

Juro que me he levantado sudando como un pollo. Cuando me eché a la cama, a eso de las cuatro de la madrugada, vaso de las peñas medio lleno de cerveza en mano, hacía un frío que pelaba. Manta, edredón y pijama de invierno. No son ni las diez, he dormido fatal y además estoy empapado. 

Me he duchado dos veces, la primera con agua helada y la segunda con la temperatura un poco más templada. El dolor de cabeza no me deja ni siquiera ponerme a intentar recordar lo que hice anoche. Tengo vagos recuerdos, una resaca de órdago y mi madre no para de hacer gazpacho en la cocina, maldiciendo la hora en la que preparó estofado de pollo el día 23, muy previsora ella… ¡pero es que hoy nos vamos a asar! ‘Tati’ me ha llamado hace un rato, gritando que qué putajodidalocura es esta mierda de tiempo…

- ¡Esa boca, Carlos!

Mi madre odia que diga tacos, pero, ¿qué quiere que haga en este infierno climatológico del carajo? ‘Tati’ me ha comentado que las terrazas están de nuevo instaladas y que a la gente le ha dado por pedir mojitos y granizados. Quizás es una respuesta psicosomática a su demanda de calor. Me pongo la ropa que toca para hoy pero, claro, dejo el chambergo en el armario y elijo los calcetines de verano.

(...) mi madre no para de hacer gazpacho en la cocina, muy previsora ella, maldiciendo la hora en la que preparó estofado la tarde del 23

En la calle te derrites solamente de mirar hacia el cielo, aunque sea un segundo. Esto ya parecen las fiestas de siempre. La gente con la que me cruzo camina pálida y desconcertada. Yo tengo un careto que debería darme vergüenza ajena, aunque con las gafas de sol y los ‘jetos’ de los demás me doy por satisfecho. Ahí está ‘Tati’, en la terraza del Nuevo Novísimo Casino Tudela, desde donde puedes ver los toros con realidad virtual. A mi, personalmente, me gustan, más aún desde que no los matan y la faena se termina con una voltereta sobre el animal. El toreo ha cambiado, que se quejen si quieren los puretas.

Nos pedimos unas jarras de cerveza y empieza el tardeo de nuevo. ¿La previsión para mañana? Ningún meteorólogo se ha atrevido a predecir nada.


Carla. 30-07-2058

No he podido echar mano del diario hasta hoy. ¡Cualquiera entraba a la habitación del ala oeste de la casa! El tifón reventó los cristales de la ventana y nos llevamos un buen susto. Había un montón de gente por las calles y, como no habían facilitado previsión, nadie llevaba chubasqueros ni paraguas ni botas de agua. La tromba ha inundado la plaza de toros, así que nos quedamos sin corrida de cierre. Solo los valientes de la Andatu mantuvieron su ‘gymkana’ en la programación. Lo que en principio iba a ser una carrera de obstáculos acabó convirtiéndose en una competición de aguas bravas calle Serralta abajo. A la altura de la Beterri tiraban avituallamiento.

No habrá Pobre de Mí. El acceso a la plaza está bastante deteriorado (el agua no es que haya anegado el paseo del Prado, es que se lo ha tragado por completo). Si alguien está pensando en que el Ebro se ha sobrado, puede considerarse una persona perspicaz e intuitiva. Lo que ocurre es que incluso el propio río ha superado las expectativas.

Un grupo de jóvenes está proponiendo, con la socarronería que no nos quita a los tudelanos ni siquiera el mal tiempo, que el año que viene en vez de fiestas organicemos unas jornadas de supervivencia extrema. El nuevo cambio climático también inspira a los emprendedores. Qué delicia.

FIN