Viviendo la fiesta con...

Estela Navascués: “De todos los momentos de las fiestas, me quedo con la emoción que se siente en el chupinazo”

Tocó el cielo el verano pasado, cuando participó en la maratón olimpica femenina de Río de Janeiro. Tras su espectacular escalada deportiva, Estela Navascués afronta ahora una prueba también apasionante: la maternidad. Por si fuera poco, este año estará en Tudela durante las fiestas.

 

Estela Navascués afronta ahora otra prueba en la vida: la maternidad.
photo_camera Estela Navascués afronta ahora otra prueba en la vida: la maternidad.

Es 14 de agosto de 2016. En Río de Janeiro hace calor, mucho calor. la humedad roza procentajes del 80%. La ciudad bulle, los Juegos Olímpicos siguen su curso frenético, las calles acogen a millones de personas entre los que se mezclan habitantes de la urbe, aficionados al deporte, turistas, deportistas, técnicos, periodistas... entre toda esa amalgama de seres humanos, Estela Navascués acaba de abandonar la maratón olímpica femenina. Un golpe de calor la ha privado de completar la prueba cuando llevaba disputando algo más de la mitad del recorrido. Probablemente, en ese mismo instante, la atleta tudelana no se está parando a pensar en cómo discurrirán los próximos meses de su vida, pero está claro que su cuerpo y su mente piden un descanso. A gritos.

Ahora, es junio de 2017. En Tudela hace calor, mucho calor. El cierzo se ha tomado un respiro a eso de las cinco de la tarde y, si no fuera por la imagen icónica de la plaza de los Fueros, cualquiera diría que nos encontramos en Brasil, en aquella tarde olímpica. Pero no, esto es el hogar. Estela se refugia ahora en el Bar Aragón y su reconfortante aire acondicionado. Sonríe. Está relajada, feliz. Se toca la barriga. La razón principal de su alegría se llama -se llamará, porque aún no ha nacido- Blanca Olmo Navascués. “Puede que salga una futura atleta”, bromea la madre. Esa es la carrera que Estela ha escogido después de un año intensísimo en el que tocó techo en lo físico y en lo emocional. Ahora es el turno de la maternidad. Y aquí no hay cámaras ni salas de prensa, ni se respira la tensión que irremediablemente envuelve a la Villa Olímpica. Esto es otra prueba, tanto o más importante que cualquier maratón. Y, cómo no, Estela la está disfrutando como nadie. Como solo ella sabe.

“Tenía muchas ganas de ser madre”, confiesa la atleta tudelana. “Después de los Juegos Olímpicos volví a pensar en todo lo que podía venir después. al final, los deportistas de élite, especialmente los atletas, vivimos una rutina deportiva cíclica. Siempre hay un objetivo, cada año. Y creí que era el momento adecuado”, desgrana con la naturalidad que siempre le caracteriza.

Más días en Tudela

Habitualmente afincada en Soria, la ciudad que la hizo una deportista con todas las letras gracias al trabajo con su entrenador y ex maratoniano olímpico Abel Antón, ahora Estela pasa más días en Tudela de lo que acostumbraba en los últimos tiempos. Más familia, más amigos. Menos atetismo. “Estoy encantada con esta nueva etapa de mi vida. Aunque debo reconocer que a veces echo de menos el salir a entrenar, a correr. Se siente un poco de morriña pero esto es lo que quería en este momento”, reconoce. 

Una de las consecuencias de este cambio de hábitos será que, después de mucho tiempo, la atleta olímpica tudelana podrá disfrutar con mayor intensidad las Fiestas de Santa Ana de este 2017. “Ya tengo incluso esa sensación de estar esperando el momento de que empiecen, un poco como le pasa a la gente, que está ya deseando de que llegue el día 24 de julio”, dice.

Un día simbólico para ella, quizás porque, como reconoce, el chupinazo es su ‘momentico’ favorito de las fiestas. “Me quedo con este instante por la emoción que sentimos los tudelanos. Se ponen los pelos de punta”, señala. El día del cohete siempre alberga un significado importante en muchos vecinos de la ciudad y así es como lo recuerda Estela cuando echa la vista atrás. “Hace 25 años era una niña. Recuerdo que era la época de salir con las amigas, estar por la calle, ir a las atracciones de ferias e incluso quedarte un poco más tarde de lo normal por la noche, algo que ni de lejos ocurría durante el año”, dice con una sonrisa. De esos recuerdos, Estela destaca los instantes vividos con sus dos hermanas mayores y sus padres. “En mi familia siempre se ha salido durante las fiestas y mi padre, por ejemplo, ha sido un gran aficionado a los festejos taurinos. Somos bastante fiesteros, sí”, destaca. 

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Para este año, el ‘entrenamiento’ festivo no incluirá series de resistencia, carrera continua o restricciones en la dieta como las que se exigen en época de competición. Los ingredientes de sus fiestas suenan mejor que nunca. “Van a ser unos días para disfrutar con la familia y con los amigos, no en ningún momento en especial sino en general, todos los días que se pueda, pero con tranquilidad”, explica, recordando que no ha tenido esta oportunidad de ver las fiestas desde una perspectiva relajada durante muchos años. “Con poco más de 20 años me marché de Tudela para cumplir el sueño de convertirme en atleta profesional. Aposté por el deporte y desde entonces no he podido vivir estos días como lo hacen la mayoría”, añade.

¿Y tirar el cohete?

El año pasado, un gran número de tudelanos pensó en Estela Navascués para que lanzara el cohete que a ella tanto le gusta como instante clave de las fiestas. Finalmente UPN escogió a la Congregación de Santa Ana. “Soy consciente de que la gente lo pidió y  para mí supone todo un orgullo. Pero tampoco puedes estar pensando en que te toque a ti o no, porque no depende de uno mismo y en el fondo es una decisión que se toma desde el ámbito político. Si llega, bien, pero si no, no pasa nada”, admite.

Estela reconoce que, pese a llevar años en la esfera de los personajes públicos, todavía mantiene su timidez de cara a la gente que le para por la calle. “Es mi forma de ser. Pero lo cierto es que te hace ilusión el reconocimiento de la gente. Cuando corrí la maratón en Río, sé que muchísimas personas en la ciudad estuvieron pendientes de mí y estoy muy agradecida por ello, señala.

Mientras afronta su maternidad, a Estela le ha dado tiempo también de formar parte del Grupo Impulsor que, valga la redundancia, ha impulsado el Consorcio EDER como parte visible de una estrategia de desarrollo para la Ribera. “Es una iniciativa muy buena porque la comarca lo necesita. ¿Que si he aprovechado para ‘meter caña’ con el déficit del atletismo en concreto y el deporte en general? Sí, claro que sí”, reconoce. “La Ribera tiene sus industrias, sus servicios, pero hay mucho por desarrollar en el ámbito deportivo. Y tenemos que intentar mejorar para, por lo menos, tener la oportunidad de reconocer el talento que tenga la comarca en esta parcela”, añade. Es junio y hace calor. Y Estela tiene dos cosas en mente: a su hija Blanca y la maratón de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.