Plumas al cierzo

El espiritu del sol

La noche es anhelante y descubierta. 
La luna se ha preñado de lagunas. 
María, que se encuentra embarazada
parece que no puede continuar.

María, cansada
se queda a las puertas, del nuevo portal.

Lleva la luz clavada a su cuerpo. 
Siente los ecos que tienen los golpes. 
Los golpes intensos, de su corazón. 

Los velos nocturnos desvelan sus ropas; 
los rasgos del mito se mueren extintos; 
sus labios benditos se encuentran aislados 
del viento variable de la creación.

Todo ocurre por azar; todo tiene validez 
mientras no se oponga nadie, a esta histórica verdad. 

Ella va interconectada al espíritu del sol 
y dispuesta va a añadir, en su noble alumbramiento
el concepto y la estructura, del espíritu del sol.

De los dogmas pretensiosos ha borrado algunas cosas. 
Ha borrado la inquietud y su forma de expresión 
la cambió por esa esencia de la nueva ilustración
que se aleja del sentir de los dogmas pretensiosos. 

Quiere ser más elocuente a la hora de mostrar 
el camino secular que contiene el devenir 
del hacer contemporáneo. 

Quiere ser el envasado y romper las envolturas 
para hacer más envolvente el camino hacia Belén. 

María condensa su gran hermosura
con una ternura arrebatadora.

Su cuerpo divino supera el dolor.

Las fuerzas malditas de la oscuridad comienzan a verse 
por fin superadas. 

La luz amanece, con todo esplendor.

José Isidro López Fumero