Opinión

¿De qué van?

España lleva sin gobierno demasiado tiempo. Los retos a que nos enfrentamos son soberbios. Los problemas complejos y la situación, enquistada, pero nuestros políticos sólo se preocupan del sillón y del quítate tú para ponerme yo. Dando respuestas ofensivamente simples a problemas y realidades complejas. Sin atender ni a razones ni a criterios que se sostengan más allá de cuatro o cinco porqués.

Atrás quedaron los 70, cuando los ideales movían a las masas y los partidarios de unos u otros modos y puntos de vista se sentaban, se remangaban para trabajar y alcanzaban acuerdos. Ahora todo es medir los tiempos para llevarse el ascua a la sardina. Cobrando a cada paso. Sin visión de futuro, Sin perspectiva. Todo emana de la ocurrencia puntual, que se mide tirando de encuesta según el interés, única y exclusivamente, del momento presente.

No tenemos proyecto ni de Comunidad Europea, ni de país, ni de Navarra, ni de Ribera, ni de Tudela, ni de barrio ni de nada de nada. Y como no sabemos a dónde vamos, nos estamos perdiendo por completo. Nadie afronta el problema de la financiación de las Pensiones, se deja correr el tiempo mientras se parchean las cuentas, ejercicio tras ejercicio, sin tomar decisión alguna. Se dan sin contemplaciones paros y subsidios sin pedir nada a cambio, a sabiendas de que es insostenible. Se trabaja la igualdad y sólo se consigue ‘enmerdar’ las relaciones laborales, en lugar de potenciar la natalidad, de verdad, para mantener viable el sistema. Y, entretanto, la deuda, pública y privada, se dispara hasta cifras, ya, insostenibles. ¡Es una fiesta permanente en la que no se sabe de qué van nuestros regidores, pero disfrutan mucho, porque no cesa la música!

El de este país es un cúmulo de despropósitos de tal calibre, que todo lo andado en décadas para superar el retraso de siglos que arrastrábamos, nos lo vamos a comer en un quinquenio como el presente. El guapo sólo se preocupa por el sillón de la Moncloa y el Falcón. Mientras la oposición lame sus heridas de la corrupción y se pierde en ‘españolizarse’, como una flamenca, girando sobre sí misma para verse perfecta, sin ser consciente de los girones de su ‘farda’. El desastre en que nos tienen sumidos nuestros políticos es de una magnitud sublime. Pero, entre tanto, andamos todos de fiestuqui en fiestuqui, no vaya a ser que si se acaba el chollo, nos pille sin los mofletes llenos. La del Lazarillo de Tormes y el ciego, unos cogen, pero es igual, mientras los otros comen a dos carrillos. “Ande yo caliente”, pensamos, mientras nos encontramos con Ayuntamientos de menos de 10.000 habitantes cuyos alcaldes y algunos ediles se llevan 20, 30, 40.000€…    ¿por hacer el qué?

¡En fin! Que no se ve la luz, a pesar de ser verano. El límpido cielo azul festivo y vendimiador de septiembre, ensombrece nuestras virtudes y entristece una cruda realidad que habremos de pagar cara, mientras se seca el Ebro y los montes, y nadie hace nada de nada.