Cómo pasa la vida, y más si se cuenta de Fiestas a Navidad y de Semana Santa a Fiestas. Claro está, desde un punto de vista muy “tudelanofestivosantanero”.
Nací en el cogollo de la parte vieja y eso marca para todo la vida. En los años 50, 60 y parte de los 70, todo transcurría en la zona de San Nicolás a la Magdalena.
Al atardecer, los hortelanos, tras un largo día de agachar el riñón, acudían con sus fiambreras a las tabernas: El Gallo, el Tonel, la Gitana, el Gallego, la Parra, la Calera, el rincón Moderno, pedían un porrón de vino
y cantaban alguna jota.
En el exterior, se contrataban los hombres de peones para el campo, se vendían “alaicas” como cebo en las costillas para cazar pajaricos, plantas, simientes…
Y los “muetes” jugábamos al burro, al pañuelo, al toco marro y salgo.
Cuando por fin, el día 24 de julio en la plaza Vieja sonaba el cohete y en la Catedral tañían las campanas, Tudela se transformaba en una ciudad alegre y acogedora en la que todo el mundo hacía lo posible por tragar los malos momentos y convertirlos en buenos, compartiendo con sus familias y amigos lo poco que se tenía y disfrutando sinceramente.
"Nos inculcaron nuestras tradiciones y estamos obligados a mantenerlas"
Espero que me perdonéis por estos trazos de nostalgia, pero también forman parte de nuestras Fiestas; el recuerdo a nuestro pasado, unido a su vez al de los seres queridos. Nos inculcaron nuestras tradiciones y estamos obligados a mantenerlas y traspasarlas a nuestros hijos para que nunca se pierdan.
Los tudelanos hemos acogido en los últimos 40 años miles de personas de otros lugares de España y del extranjero. Hoy, muchos de ellos también son tudelanos. A estas personas tan sólo les pido que respeten nuestras tradiciones, de igual manera que estoy seguro que ellos respetan la suyas y eso nos enriquece culturalmente a todos.
Felices Fiestas a todos y como siempre: ¡Viva Santa Ana!
José Luis Ultra Arellano
Tudelano