Psicología

Qué gran regalo…

Cuántas veces hemos perdido algo valioso, que creíamos sin gran valor. Cuántas veces nos hemos podido lamentar de no haber sabido entender lo que teníamos, hasta que lo perdimos. Y cuántos elementos cotidianos estaremos viviendo con normalidad, cuando en realidad se trata de algo extraordinario. Nos hemos acostumbrado.

No hay nada más que observar cómo se comporta un niño de 2 años que empieza a descubrir el mundo. En él, todo es fascinante, quedándose impasible contemplando el baile de estímulos constantes que se presentan cada segundo ante sus ojos. Sin embargo, conforme adquirimos edad, el mundo deja de ser fantástico, y comienza a ser fatídico, aburrido y predecible. Nuestra actitud sorpresiva se transforma en depresiva con lo amargo de la vida, y obsesiva con lo atractivo. Y son a menudo las pérdidas inesperadas las que nos despiertan de nuestro letargo, recordándonos que nada de lo que tenemos nos pertenece, habiendo desperdiciado aquello que se nos prestó.

Éste despertar es el mejor regalo que nos puedan traer los reyes magos en estas navidades ya finalizadas. Como la naturaleza de todas las cosas, llegaron y se fueron. ¿Qué nos han dejado? Todo o nada, dependiendo de nuestro entendimiento. Solo es necesario pararse, y contemplar lo que tenemos alrededor, para percibir el gran obsequio que es el mero hecho de participar de esta vida, con todo lo bueno y sin despreciar lo malo que tiene. Todavía depende de nosotros sentir la propia vida como un regalo. Si lo sabemos, pero no lo sentimos, no estamos viviendo.

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