Psicología

Divorciarse por amor

¿Dónde está el límite?, ¿hasta cuándo hay que aguantar? En un determinado momento, la relación comenzó a “torcerse”, y desde entonces, a pesar de haber intentado solucionar las cosas de mil maneras, todo fue de mal en peor, enquistándose los problemas cuando no agrandándose cada vez más.

A pesar de que hoy en día divorciarse es algo muy aceptado, no deja de causar gran conflicto cuando una pareja piensa en esta posibilidad. Prejuicios de fracaso, preocupación por los hijos, el miedo a la soledad, al cambio, al nuevo estatus social, o el simple apego afectivo e inseguridad de romper con la cotidianeidad de años acumulados, pueden frenar la consecución de una separación o divorcio, y hacer prolongarse un sufrimiento psicológico que podría eludirse.

Cuando se le ha expresado a nuestra pareja por activa y por pasiva, el inevitable sufrimiento que nos produce una determinada conducta, y vemos que nada cambia, o peor aún, que nada quiere cambiar… No debemos sentirnos culpables por poner sobre la mesa una ruptura. Toda persona que ha sido importante en nuestra vida, vino para enseñarnos lo necesario para evolucionar, y por ello le estaremos eternamente agradecidos.

Generalmente son los hijos el principal obstáculo que impiden una separación, porque estamos demasiado influenciados por la idea tradicional de que “lo mejor para los hijos es ver a sus padres juntos”. Pero a esa frase falta añadir; “si se aman y se llevan bien”. Porque de lo contrario, lo que esos hijos aprenderán es que el matrimonio es una lucha y desencuentro amoroso constante. Si nosotros no podemos ser el ejemplo de un matrimonio feliz y unido para nuestros hijos, no pasa nada porque tomen el ejemplo de otra familia.

Por el amor a nuestros hijos, por el amor propio, o incluso por el amor que ya no podemos dar a nuestra pareja, lo importante es reconocer que lo que nos unía a esa persona, ha desaparecido, y por tanto seguir forzando una unión donde no la hay, es vivir en una agonía innecesaria. Lo difícil es desapegarse, pero una vez esto se consigue, se comprende que era lo mejor que podíamos hacer para vivir (todos) en paz.

romangonzalvo.com