El sol de julio aviva los recuerdos.
El aroma a las pastas recién hechas
ya no invade las calles,
más perdura en el software de la vida.
Permanece la música,
la piel dispuesta al baile,
las ansias de encontrar a las amigas
y hurtar una mirada visitante.
El primer día asoma el blanco y rojo
hasta que los colores se diluyen
en efluvios moviendo las agujas
de un reloj que no marca su tic-tac.
Las horas ya no existen.
Almuerzos, revoltosa, manos llenas
de bullicio, amistad, besos furtivos.
Al son de los gaiteros,
las mozas y los mozos desperezan
los ritmos y el deseo
de sorber la existencia.
Las Fiestas de Tudela
son pórtico a la dicha,
antesala de encuentros venideros
memoria de caminos franqueados .
El sol de julio aviva los recuerdos.
Espeso, el chocolate, espera quien lo sirva...
Milagros Rubio Salvatierra