Plumas al cierzo

Era el veinticuatro

Caminaba el ser con su pensamiento, de la Plaza nueva hasta Caldereros. 
Iba influenciado por la voz del viento, iba recorriendo
con las manos llenas de arrogancia plena, toda la ciudad. 

Arrastraba al tiempo, un amargo aire de pecado hambriento
y de confesión. 
Ella recogía las mejores frases para recordarle 
que ella estaba allí, junto a las figuras, aclarando dudas para retirarlas 
de su pensamiento. 

Ese ser divino, iba por la vida revolviendo el aire, como si tal cosa. 

Quise comprender a ese ser que tiene, tanta libertad. 
Quise ser capaz de entenderlo así, como me imagino. 

Un hermoso ser que nació desnudo. 
Que nació en un mundo, increíblemente, muy cercano a él.  

Se perdía el ser, carretera arriba, lejos del espacio de la libertad. 
Nada hay más hermoso que su pensamiento. 
Nada más sublime. 

Nada más incierto que el conocimiento que nacía dentro, de su corazón.  
Era el veinticuatro, unas horas antes, de la navidad.