Corellanos, Corellanas... San Miguel ya está aquí

1348036306.jpg

Son las nueve de la mañana de un 23 de septiembre cualquiera y suena el despertador. Como si de una cita se tratara, raudo y veloz nos levantamos para darnos una rápida ducha y ponernos nuestros hábitos: pantalón blanco, camiseta de nuestra cuadrilla, faja en la cadera y pañuelico en el antebrazo. Corriendo al almuerzo, que ya llegamos tarde. Unos buenos huevos con jamón, chistorra y patatas tendrán que lidiar con toda la bebida que le vamos a meter al estómago.

A las 11:30 la plaza de España comienza a llenarse y empiezan a oírse los primeros cánticos, desde el Riau-riau, hasta el "cirbonero que no bote", sin olvidarnos de San Miguel. A las 12 en punto, pañuelicos al alto para formar un nuevo mosaico que quedará en la retina de unas nuevas fiestas. El sonido del cohete, la estética y la simetría formada entre todos, se diluye en pocos segundos entre el caos de la agitación y la emoción de los allí presentes. Las charangas y la Banda de música comienzan a tocar, mientras la Comparsa y los corellanos comienzan a bailar. San Miguel, ya ha llegado.

Así comienzan año tras año las fiestas de Corella.

Cada día tiene su acto especial: la cabalgata de disfraces el Día del Niño, la procesión de la Merced, el Riau-Riau del día 28, la feria Agroalimentaria, la comida popular el Día del Joven, la procesión de San Miguel, los toros, el Día del vino... cada día tiene su peculiaridad, pero lo que más destaca en Corella es la rutina de sus fiestas.