Energía para la tierra

Las fotovoltáicas

La sentencia del tribunal internacional de arbitraje sobre el recorte a las fotovoltaicas deja al descubierto la falta de seguridad jurídica en nuestro país.

Pocos son los días que no estén dedicados a algo o a alguien, desde el Día del Padre o de la Madre hasta el del Medio Ambiente, el de la Bicicleta, el de la Mujer, o las Fiestas de la patrona de Tudela, por citar algunos de los más conocidos.

Habría que añadir el ‘Día de la Vergüenza’, pues no otra cosa deberían sentir los que, con sus decisiones, hicieron que ahora la Corte Internacional de Arbitraje del Banco Mundial haya condenado al Reino de España a indemnizar a un fondo extranjero que invierte en energía solar en nuestro país.

Los responsables, a poca vergüenza que tuvieran, deberían estar ya pidiendo perdón a los múltiples afectados españoles por sus erróneas decisiones y, por supuesto, intentando buscar las fórmulas adecuadas para resarcirse de los daños económicos causados. Los otros, los sufrimientos padecidos, son de imposible reparación.

Sirva al menos el ‘Día de la Vergüenza’ para que anualmente todos recordemos –y especialmente el Gobierno de turno– que actuaciones retroactivas contra las inversiones realizadas en nuestro país no deben volver a producirse, ya que la seguridad jurídica es una obligación insoslayable que debemos proteger, pues quien atenta contra ella lo hace contra la respetabilidad de España, tal y como ha puesto de manifiesto, para vergüenza de sus autores, la Corte Internacional de Arbitraje del Banco Mundial.

Esta es una buena noticia para los pequeños productores de Fotovoltaica. Sólo en Navarra hay unas 9.000 familias, así que a disfrutar de estas fiestas, con la alegría de que ¡por fin! hay una sentencia que nos reconoce y condena al Gobierno de España.