Tudela

Cómo hemos cambiado...

El paso del tiempo no es ajeno a nadie y, para algunos peñistas activos, también se ha dejado notar aunque perviva su amor por las fiestas. Así viven tres de ellos el cambio generacional.

Los recuerdos más marcados de Ángel Ciria (31 años) en lo que se refiere a las Fiestas de Tudela tienen aroma a almuerzos y sobremesas en la emblemática Peña La Teba, una de las agrupaciones con más solera de la capital ribera y de cuya junta directiva forma parte actualmente. Hijo de socio fundador -su padre Ángel fue uno de los impulsores de la peña- , su vida ha cambiado en los últimos 10 años de manera notable. Casado, con un hijo y con otro retoño en camino, las rutinas festivas del 24 al 30 de julio también se han modificado. Por necesidad. Él es uno de los ejemplos de que el cambio generacional de algunos de los peñistas de la ciudad está en pleno proceso.

Ángel Ciria

“Al final vives más el día que la noche a esta edad, pero si alguna noche hay que salir pues se sale, no pasa nada”, reconoce Ciria, quien junto a otro grupo de personas rejuveneció la junta directiva de la peña hace unos pocos años. “Era lo que necesitaba la Teba, porque conforme te haces más mayor vas perdiendo ganas de sacrificar tiempo. Es algo normal y nos tocaba hacer ese proceso. Algunos éramos hijos de socios pero también hubo otros chavales que llegaron sin esa conexión familiar”, asegura.

Disfrutaba antes y disfruto ahora. Aunque echo de menos salir por la noche, en familia también lo paso muy bien y además me encantaría que en un futuro mi hijo fuera socio”

Ángel Ciria
Socio de la Peña La Teba

Cuando compara sus costumbres festivas de antaño con las de ahora, confiesa que tanto una como otra versión le gustan. “Disfrutaba antes y disfruto ahora. Aunque echo de menos salir por la noche, simplemente ahora tengo claro que después de los toros toca ir para casa. Con mi hijo y con mi mujer me lo paso muy bien y esa vivencia familiar de las fiestas es algo que nuestros padres también hacían con nosotros. A Gonzalo le vamos metiendo el gusanillo de la peña. Me gustaría que en el futuro fuera socio, por supuesto”, comenta sobre su primogénito, quien prácticamente desde que nació cuenta ya con su chaleco y pañuelo personalizados.

De su época adolescente y posterior, recuerda con cariño las mañanas en las que, tras toda la noche por ahí, salía del Tubo para dirigrse al encierro y a las vaquillas en la plaza de toros. “Esas son imágenes que nunca se olvidan y que ahora ya casi no se repiten”, explica.

Adaptarse al trabajo

A sus 31 años, Iñaki Marín confiesa que lo que más extraña de las fiestas de una década atrás es el ambiente que se creaba en la zona del Tubo. “Siempre me acuerdo de que no podíamos ni dar dos pasos seguidos. Pasabas de un bar a otro y había muchísima gente, y además te parabas a hablar con esta u otra cuadrilla. Lo recuerdo mucho”, asegura.

Iñaki Marin

Marín, al igual que Ciria, es parte activa de una peña tudelana, en este caso de la Beterri, otra de las históricas. “Llevo unos siete años en la junta directiva, en la que se ha ido conformando un grupo de personas que combina juventud y veteranía”, señala. Asegura que en Beterri están contentos con el ambiente que se ha creado con las nuevas incorporaciones, especialmente de personas que se integraron recientemente y quisieron participar de una manera muy activa. “Para quienes llevan muchos años les supone muchísimo sacrificio tanto tiempo ‘pringando’, haciendo barra... Es natural que haya existido ese relevo”, añade.

Lo que más echo de menos es el tiempo libre durante las fiestas, pero creo que cada momento toca vivirlo como viene”

Iñaki Marín
Socio de la Peña Beterri

Para Marín, a quien siempre le ha gustado exprimir al máximo todas las horas de fiestas, el factor clave para cambiar el chip fue encontrar un trabajo en el que la jornada laboral le coincidía con momentos importantes de la semana festiva. “También es verdad que te cambian los gustos y poco a poco valoras más otro tipo de ocio. El trabajo me condiciona y desde entonces disfruto los días que puedo a tope y buscar actos que cuando eras más joven ni siquiera sabías que existían”, cuenta.

Una de las cosas que más valora de esa transición hacia un ocio más selectivo es el haber conocido gente de otras peñas y otros colectivos con los que ha entablado una gran relación. “Quizás lo que más echo de menos es el tiempo libre durante las fiestas que podías tener de más adolescente, pero tengo claro que cada momento es para vivir lo que toca y en ese sentido disfruto mucho de las fiestas ahora”, dice.

Energía ilimitada

Psicóloga de profesión, Patricia Asiáin, de 37 años, cuenta que desde niña siempre ha sido asidua a las fiestas desde el primero hasta el último día. “Son un momento muy especial para mí. Me cuesta mucho, por ejemplo, no vestir de blanco y rojo esos días. Lo llevo muy marcado”, cuenta sonriendo. Quizás por ello, su relación con las fiestas ha sido intensa y continúa siéndolo a pesar de que recientemente fue madre. La única diferencia, haber acortado el horario de vuelta a casa por la noche. “Sigo saliendo prácticamente las mismas horas, de día y de noche. Da la casualidad de que tanto mi pareja como yo somos de la Andatu y pactamos qué días y qué noches tiene cada uno para explayarse un poco más”, cuenta.

Patricia Asiain

Al igual que Marín, recuerda con nostalgia el ambiente del Tubo y las aglomeraciones en  aquella zona de bares, aunque también valora el impulso que las peñas le han dado a las fiestas y los alicientes que se pueden encontrar por el día. “Fue con 30 años más o menos cuando me di cuenta de que también me gustaba muchísimo disfrutar de momentos como el vermú o las comidas. Y cuando surgió un acto como la comida popular creo que muchos fuimos conscientes de que las fiestas de Tudela necesitaban algo así”, asegura.

Fue con 30 años más o menos cuando me di cuenta de que había momentos del día que también me gustaba disfrutar”

Patricia Asiáin
Socia de Andatu

Asiáin cree que la maternidad (o paternidad en caso de sus compañeros masculinos de peña) es el factor clave a la hora de cambiar el ‘chip’. Y se disfruta. “Estamos mucho en la calle, comemos por ahí... lo llevamos bien porque casi todos nuestros amigos tienen hijos. Incluso se han adaptado los estatutos de la peña Andatu para mejorar la conciliación”, cuenta.