Tudela

La bravura y el reconocimiento de las vacas Arriazu

José Arriazu era comumente conocido como el ‘Peseta’ en Ablitas. Así llamaban a su padre, a sus abuelos y a sus taratabuelos. Hoy, todo el mundo le llama Arriazu (“de no ser que sea algún mayor”, explica José).

Tres generaciones de Arriazu: Roberto (hijo de José), Javier (hijo de Víctor), Víctor (hijo de José) y José Arriazu
photo_camera Tres generaciones de Arriazu: Roberto (hijo de José), Javier (hijo de Víctor), Víctor (hijo de José) y José Arriazu

El nombre de la ganadería ‘José Arriazu e hijos’ va a haber que ampliarlo a ‘José Arraizu, hijos y nietos’ y es que la tercera generación de los Arriazu también mantiene el entusiasmo y las ganas de sus antecesores. 

Han pasado ya 47 años desde que José Arriazu le entrase la “locura” por el mundo de las vacas. “En un momento que tenía la cabeza loca se me ocurrió meterme aquí, porque esto no tiene más que a los locos”, confiesa el mayor de la saga mientras lava los últimos platos del almuerzo que ha preparado para su familia. Ahora ya no tiene tanto ajetreo, ni debe pegarse horas y horas en la carretera transportando el ganado. Ahora son sus hijos y sus nietos a quienes les toca trabajar. “Ahora a mí me toca hacer el almuerzo y fregar, ya no hago nada”, cuenta mientras invita a comer algo.

Fue en el año 1970, con 60 o 70 vacas, cuando José Arriazu comienza esta andadura junto a unos socios. Tras 6 años de unión y de manera amistosa, unos se quedaron con las reses y poco más tarde Arriazu se quedaría con las vacas de Herederos de Eugenio Gabas, “eran unas vacas que me chiflaban”, reconoce. Estuvieron otros 6 años y cuando decidieron “partirlas”, José se queda con 37, “aunque de ellas tuvimos que matar una docena porque no servían, pero teníamos la raíz”, explica. De aquellas 25 vacas restantes han pasado a tener más de un millar de cabezas. “Animales hay ahora casi 1.300, contando pequeños, grandes, toros y vacas” explica Víctor, hijo de José Arriazu. También nos acompaña su hermano Roberto, el otro protagonista de la ganadería. “Yo la fundé, pero quienes la han levantado en el aire han sido mis hijos”, dice un orgulloso padre. 

Un hijo de Víctor también está trabajando en la ganadería y una hija de Roberto, que es veterinaria, lleva la parte sanitaria de la ganadería, “todos los fines de semana está aquí”.

  En un momento que tenía la cabeza loca se me ocurrió meterme aquí, porque esto no tiene más que a locos”

”Yo fundé la ganadería, pero quienes la han levantado en el aire han sido mis hijos”

José Arriazu

Arriazu, más allá de Ablitas

Estas vacas abliteras son muy conocidas por toda nuestra Comarca y muy reconocidas también en la zona de Valencia. Cada año visitan entre 70 u 80 pueblos, entre pueblos navarros como Murchante, Ribaforada, Cabanillas o Arguedas; localidades aragonesas como Tarazona o Novallas y también bajan mucho a Valencia. “Al final son muchas horas de carretera”, confiesa Víctor. 

Y lo cierto es que ellos se mueven mucho, pero sus aficionados también. “Antes mucha gente no veía más que las vacas de su pueblo, pero ahora la gente se mueve mucho. Hacemos 500 kilómetros que vamos a sacar unas vacas a un pueblo de Valencia y viene gente de esta zona a vernos allí. Y vienes a los pueblos de aquí y te encuentras con valencianos, catalanes, castellanos... ahora todo el mundo se desplaza mucho”, cuenta Víctor.

Para las próximas fiestas de Tudela no hará falta viajar tanto y es que la Chata de Griseras será el escenario perfecto para disfrutar de este ganado durante dos tardes. Un concurso con toros capones el día 28 a las 18:30 horas y un espectáculo de exhibición con bravura el día 30 a las 18:30 horas también. “Este concurso va a ser un poco novedad para los recortadores al sacar toros capones, que se diferencian del toro tradicional de que estos últimos normalmente nunca han salido a una plaza de toros, mientras que los capones tienen mucha más dificultad porque ya han salido muchas más veces, tienen más picarída, son más peligrosos y tienen más morbo”, explica Víctor sobre el primero de los espectáculos. Mientras que para el segundo ya anticipa que es un especial de la ganadería que llevan realizando durante los dos últimos años y la plaza siempre se llena. “En este espectáculo llevamos a los mejores animales que hay en la ganadería y hacemos una exhibición con obstáculos: se ponen unos obstáculos en la plaz como una pirámide, un entablado o unos triángulos grandes para que la vaca suba, baje, se metan por un sitio y salgan por otro incitados por unos recortadores. Es hacer espectáculo y un poco de circo”, sentencia Víctor. 

 Por sorprendente que parezca esto no se entrena, así lo confirman José y sus dos hijos. “Eso, la que lo tienen dentro lo hace y cuando lo hace más veces, luego lo hace más fácil”, explica Roberto. También se ha oído mucho que los comederos estaban en unas escaleras a los que tenían que subir las vacas para alimentarse, pero no dejan de ser unas leyendas que hacen reír a sus dueños. “Lo dicen convencidos y luego vienen aquí y preguntan: ¿dónde están los comederos?”, ríe José. 

Para estas fiestas habrá dos espectáculos de la Ganadería Arriazu e hijos en la Chata de Griseras: unos recortadores con toros capones el día 28 y un espectáculo de exhibición de bravura para el día 30”

Nuevos tiempos

“Ahora las vacas son mil veces mejores, antes no eran tan buenas como ahora” compara José. “Ahora la exigencia es mucho mayor; antes cualquier vaca servía y ahora no. Mi padre decía “las vacas todas corren”, pero ahora la gente sabe distinguir porque se mueve mucho por los pueblos”, reconoce Roberto.

La clave de estas vacas está en su selección y “es complicado porque seleccionamos por comportamiento”, explica Roberto. “En la selección buscamos que sean espectaculares, bravas y que llegue al público y eso no es tan fácil encontrarlo”, dice Víctor.

Mientras a una vaca para carne la puedes seleccionar por su morfología, una vaca para este tipo de festejos es muy complicado porque te fijas en la genética de su comportamiento. “Ahora ya tenemos un ganado más homogéneo, más parecido; antes yo dejaba la más salvaje que había y ahora llevamos unos años que llevamos los más salvajes pero con otra cosa”, dice José. 

Estas vacas tienen una vida de 14 a 16 años, depende también de la entrega que hayan tenido, “la que más se entrega es la que menos dura, pero con todo duran entre 14-15 años sin problemas. Durante todos estos años, desde el año de vida comienzan a utilizarlas, “en las plazas solemos utilizar animales más jóvenes, mientras que en las calles, que es asfalto, tienen que ser más veteranas, normalmente hasta que no tienen 4 o 5 años no las llevas”, explica Víctor. “También el éxito un poco de esto es encajar a cada animal en su contexto apropiado, ver dónde puede dar el mayor espectáculo posible”, dice Roberto.