Tudela

Una semana de duro trabajo

1215605004.jpg

Lo peor, el fin de semana

Al hablar de las fiestas de Tudela no sólo se viene a la cabeza la diversión, la alegría o las juergas nocturnas, sino también la gran cantidad de suciedad que se acumula, durante estos días, en cada rincón de la ciudad. Unos restos festivos que los trabajadores de la empresa Cespa, responsable de la limpieza viaria de la capital ribera, se encargan de retirar, diariamente, para que los tudelanos y visitantes puedan seguir disfrutando de la semana de Santa Ana.

El trabajo que desempeñan estas personas no es, en absoluto, sencillo y aún lo es menos durante estos días, en los que la suciedad se multiplica. Por ello, desde la empresa, también se ven obligados a reforzar sus servicios para poder abarcar todas las necesidades de la ciudad. Según afirma el responsable de Cespa, Javier Flamarique, “siempre es necesario coger a más gente para estos días. Normalmente, trabajamos aquí cerca de 30 personas, pero en fiestas sería imposible hacer todo con ese personal. Sin embargo hay que destacar que no se puede contratar a cualquiera, ya que es importante que la gente tenga experiencia en este sector. Lo mejor es contar con profesionales que entiendan del tema porque son más eficientes a la hora de limpiar y nosotros necesitamos buenos resultados y rapidez”.

Abarcar toda la ciudad

Aunque la limpieza diaria de las fiestas siempre resulta dura, hay algunos momentos en los que las dificultades se incrementan, es el caso de los fines de semana. Así, al menos, lo cree Javier Flamarique, para quien “los días más conflictivos, sin ninguna duda, son los del chupiazo y también viernes y sábado, aunque otro factor muy importante es la climatología”. Por otro lado, estas fiestas serán más duras que otros años, en lo que respecta a la limpieza, puesto que, como añade el responsable del servicio, “han caído en un fin de semana largo, que para muchos será puente y Tudela recibirá más visitantes. Y también hay que contar con el efecto Expo, que atraerá hasta la ciudad a más gente. De cualquier forma nosotros haremos, como siempre, todo lo que esté en nuestra mano para dejarlo todo bien”.
En lo que respecta a los horarios de trabajo de los empleados de esta empresa, sus jornadas comienzan a primera hora de la mañana, en torno a las 6.00 o 6.30 horas, aunque, como afirma Flamarique “si pudiéramos empezaríamos antes, lo que ocurre es que a esas horas aún hay gente en el Casco Viejo, los bares están abiertos y, muchas veces, nos es imposible entrar”. Pero además de la mañana, las tardes y las noches festivas también entran dentro de la jornada laboral de estos empleados, que han llegado incluso a “salir a los fuegos artificiales con el camión de baldeo por si ocurriera algún incidente, como un pequeño incendio”, señala Flamarique.

Abarcar toda la ciudad

Uno de los principales problemas con los que se encuentra Cespa a la hora de ejecutar su trabajo con mayor eficiencia es la gran cantidad de lugares diferentes que hay que limpiar. Y es que, según explica el responsable del servicio, “siempre tenemos que ir corriendo de un lado a otro, y nadie se da cuenta de que Tudela tiene mucha extensión para limpiar, en proporción, más incluso que Pamplona. Para nosotros es preferible que se concentren cien personas en unos pocos metros cuadrados que la misma gente en dos kilómetros, como ocurre aquí. Aunque con esto no digo que sea fácil limpiar en San Fermín, de hecho los encargados de este servicio allí están pidiendo incluso protección”. Por ello, y a pesar de todos los esfuerzos que realizan estos trabajadores, la mayoría de las veces resulta imposible llegar a todos los rincones desde los que se les reclama. Asimismo, hay que tener también en cuenta que, de unos años a esta parte, Tudela se ensucia mucho más que antes, desde el primer día de las fiestas. La razón, la cantidad de productos que se tiran los jóvenes durante el chupinazo, ya que el tradicional champán ha dejado paso ahora a sustancias como el ketchup, la harina o los huevos, que como reconoce Flamarique, “no sólo ensucian mucho más el suelo, sino también las fachadas y escaparates. Además, al no permitir que se lance en la plaza Nueva, en la que al final acaba entrando, los jóvenes se dedican a lanzárselo por toda la ciudad. Por eso tenemos que ir limpiando las zonas por las que han pasado, como el Queiles, la plaza Sancho El Fuerte, Herrerías, la plaza Constitución y otros muchos lugares. No se qué pasa pero cada año va a peor. Me parece muy bien que la gente joven se lo pase bien, pero tienen que buscar un equilibrio entre diversión y el respeto”.

Vuelta a la normalidad

Y teniendo en cuenta el tipo de productos con los que se ensucian las calles durante las fiestas y el olor que después impregna cada rincón de la ciudad, no es de extrañar que la mejor forma de limpiar la capital ribera, cada día, sea, como explica Flamarique, “el agua, en la que echamos difrentes productos con olor y desengrasantes desinfectantes. Además, el agua a presión es muchas veces la única manera de sacar restos y cristales que se quedan entre los adoquines del Casco Viejo”. Por otro lado, también están las barredoras, para recoger todos los restos que se acumulan en el suelo y las sopladoras, cuya función es amontonar todos los desperdicios para facilitar luego el trabajo de los barrenderos.