Tudela

También en fiestas los animales tienen derecho

La ética ecológica nos abre una nueva visión del dolor y del sufrimiento, que ha permanecido cerrada durante mucho tiempo, para gran parte de la humanidad. Los animales sienten y sufren, y, por ello, deben ser sujetos de derechos.

El reconocimiento de estos derechos es el que amplía nuestra comunidad moral y genera una nueva fraternidad, yendo más allá de los límites de nuestra especie. La introducción de los seres vivos en la comunidad moral de los derechos supone un signo más de avance de nuestra civilización. Muchos no comprenden esta propuesta, pero también muchos no comprendían a los abolicionistas de la esclavitud, o a las sufragistas del movimiento feminista.

En España, el vacío legal en el reconocimiento de los derechos de los animales es tan amplio como el conjunto de prácticas rituales e industriales que implican muerte, tortura o maltrato animal. Lanzar cabras desde campanarios; encender bolas de fuego en los cuernos de los toros, hasta su desesperación, o lancearlos durante horas hasta la muerte; colgar a galgos por el cuello, dejando que rocen el suelo con los pies, para prolongar su agonía; peleas de gallos o hacinamiento de animales para el comercio, son sólo unos pocos ejemplos.

Mención aparte merece la mal llamada “fiesta nacional”. Las corridas de toros son una representación cruel y violenta que implica el maltrato público, la muerte y tortura de un mamífero, convertida en espectáculo, con lo cual debe desaparecer del horizonte de lo ético y legalmente aceptable. Ninguna sensibilidad mínimamente progresista y compasiva puede disfrutar con la tortura pública de un animal.