Tudela

San Valentín, patrón del amor

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Si pensáramos que detrás de todo santo hay una injusticia cometida, llegaríamos a la conclusión de que no hay más santos porque el mundo ha sido justo,

ya que sólo existen unos 6.500 reconocidos por la Iglesia Católica, si no contamos los que se han quedado en el camino con los diferentes cismas que ha habido en la historia.



Total una cifra insignificante, teniendo en cuenta que los datos que manejan los demógrafos hablan de 106.000 millones de personas que han podido existir en todas las eras. Pero hoy no vamos a hablar de censos ni nada parecido, vamos a hablar de un santo muy especial para los enamorados, San Valentín.



Su nombre ya nos sugiere valor, pero su vida lo demuestra, ya que a San Valentín se le atribuye la celebración de numerosos casamientos clandestinos. Clandestinos porque el cristianismo estaba perseguido entonces y porque existía una ley, en tiempos del Emperador Claudio II, de la Roma del S. III, que obligaba a los soldados romanos a permanecer solteros, bajo la creencia de ser éste era el estado ideal para rendir bien en las batallas, ley que San Valentín consideró injusta.



El motivo de que San Valentín haya perdurado en el tiempo como el patrón más universal de los enamorados en el mundo occidental y no el Cupido de los romanos o el Dios Eros de los griegos o cualquier otro, podríamos hallarlo en lo emocionante que resulta identificarse con alguien que ha existido igual que nosotros, que ha sido de carne y hueso, y que luchó por lo que creyó justo, aunque con ello encontrara la muerte. Y esta actitud un tanto heroica del santo, nos lleva a pensar en el amor que debió sentir por los demás.



Algunos consideran que San Valentín puede ser una fiesta que incita al consumismo, parece que fue hacia 1840 cuando se comenzaron a vender, de forma masiva, tarjetas postales y símbolos con forma de corazón entre los enamorados,

si tenemos en cuenta que ya se había producido la Revolución Industrial, algo de razón pueden llevar.



Pero San Valentín hay que celebralo como lo que es en realidad, una celebración sencilla que se compone de antiguas tradiciones y del homenaje a Valentín, médico primero y después sacerdote, que ayudó a numerosas parejas a cumplir su deseo de vivir unidos. Y para no olvidar nuestro pasado deberemos conservar la tradición de los regalos, que bien puede proceder de las ofrendas a los dioses paganos, que servían para invocar fertilidad

o amor a nuestros antepasados.



Cada fiesta tiene sus raíces en algún acontecimiento histórico, la mayoría de las veces de carácter trágico, y que marca un antes y un después, casi siempre mejor. En realidad, el día 14 de febrero, estamos celebrando el martirio de San Valentín, fecha en la que muchos creen que pudiera haber sido brutalmente torturado y posteriormente decapitado.



Naturalmente, el acto de regalar el día de los enamorados no garantiza un rotundo éxito de pareja; pero puede ayudar a demostrarle al otro que le conocemos bien, que sabemos lo que necesita y lo que desea y, este simple gesto, puede dar continuidad y fomentar el proyecto común que se establece cuando dos se quieren. Es una manera de decir “te quiero”, sin hablar, y que resulta efectiva cuando se hace de verdad.