Tudela

Propósito para este año nuevo: Dejar de fumar y no ganar peso, sí que es posible

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La dieta ideal

Dejar de fumar es, para miles de personas, el sano propósito de cada año. Sin embargo, el temor a engordar es uno de los aspectos limitantes para muchas otras que desearían olvidarse de este vicio insano. La realidad es que un gran porcentaje de quienes dejan de fumar ganan algunos kilos con el tiempo, una circunstancia que se explica por los múltiples factores que predisponen a esta ganancia. Dejar el tabaquismo afecta a las hormonas, al sistema nervioso, al sentido del gusto y del olfato, a la capacidad de digerir y asimilar los nutrientes de los alimentos. En el plano emocional, aumenta la ansiedad, que en muchos casos se trata de calmar con la comida, lo que redunda en más peso.



En definitiva, fumar es un vicio insano del que dependen millones de personas. Además del absoluto convencimiento personal y de la fuerza de voluntad necesaria para conseguir dejarlo, es preciso superar la barrera de las dificultades, desde la dependencia física (síndrome de abstinencia), psicológica y conductual, hasta la posibilidad de aumentar puntualmente de peso.

El método que siguen las dietistas-nutricionistas consiste en aprovechar un momento de cambio para sustituir el tabaco por una alimentación sana. En este sentido, numerosos estudios que han evaluado los hábitos dietéticos de personas fumadoras coinciden en señalar que es frecuente que sigan una dieta mal estructurada: apenas desayunan, es típico el consumo en exceso de cafeína, alcohol y alimentos grasos, mientras que es bajo el consumo de frutas y vegetales. En la mayoría de los casos, los efectos poco saludables de las transgresiones dietéticas se agravan por la actividad física escasa e irregular. Por ello, dejar de fumar es un momento crucial para replantearse los hábitos dietéticos hacia una alimentación cuidada, equilibrada, sana y depurativa.



Dieta fraccionada. El hecho de programar seis comidas al día favorece el control de las ganas de picar entre horas, ya que se incrementa de forma notoria la saciedad. Si además se incluyen alimentos ricos en fibra y carbohidratos complejos, se reduce de forma considerable la apetencia por lo dulce.



Alta en fibra y con suficientes carbohidratos de absorción lenta. Es bastante común el problema de estreñimiento en personas que acaban de dejar de fumar. Beber agua y practicar ejercicio constante también ayuda.



Los alimentos saciantes y con poco valor calórico engañan al estómago y al cerebro al proporcionar volumen sin mucho valor energético.



Rica en antioxidantes. La nicotina y demás sustancias venenosas del tabaco aceleran los procesos de oxidación celular, lo cual predispone al fumador a un riesgo aumentado de enfermedad por cáncer, accidente cardiovascular, trastornos degenerativos, etc. Lo acertado hubiera sido aumentar el consumo de alimentos antioxidantes durante el tiempo que se ha fumado, si bien el momento de dejarlo es bueno para comenzar a depurar el organismo de tóxicos.



Con alimentos que den vitalidad, pero no excitantes. El consumo de café se asocia con un comportamiento compulsivo en los fumadores y supone un factor de riesgo de recaída. En cambio, alimentos como el té verde suave, las infusiones, los zumos naturales, los caldos a base de vegetales, las bebidas lácteas o las bebidas de soja, avena o arroz pueden aportar la energía necesaria para afrontar sin ansiedad los espacios de tiempo entre las comidas principales.