Tudela

"Nuestro sello personal ha consistido en no perder el carácter familiar del negocio"

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A Irene y Silvino Izquierdo Marín le sobrevienen innumerables recuerdos de infancia cuando echan la vista atrás. Sus memorias les hablan de los pasillos, de las habitaciones y de los rincones del Hotel Santamaría. “Hemos vivido aquí hasta hace bien poco”, recuerda ella, la menor, de 31 años. “Teníamos unas habitaciones unidas y estábamos al lado de nuestros padres”, añade. De esta forma no es complicada ‘mamar’ el devenir del negocio familiar, el trabajo de sus dos progenitores por mantener su fuente de ingresos, en los buenos y en los malos momentos. Por eso, y aunque no lo esperasen, han acabado recogiendo el testigo de las dos generaciones anteriores y, por ende, recibiendo la Distinción Honorífica al Relevo Generacional de la Asociación de Empresarios de la Ribera (AER).

El premio de los empresarios de la comarca les ha producido una enorme satisfacción y un sentimiento de orgullo proyectado directamente hacia sus padres y abuelos. Precisamente sus abuelos fueron quienes iniciaron esta aventura en el mundo de la hostelería hace precisamente 50 años. “El premio es de las tres generaciones, no solo de nosotros”, se apresura a decir Irene.

Su padre, Silvino, dio continuidad junto con Elena, la madre de familia. “En un principio no me planteaba trabajar aquí, pero tampoco sabía por donde tirar, así que iba entrando poco a poco y hasta hoy”, relata el mayor de los hermanos, primero en prolongar la saga familiar en la gestión del hotel. Irene, en cambio, no vio “necesidad de trabajar en otro sitio”. “Al final, llevamos toda la vida aquí, valoramos todo el trabajo que hicieron nuestros padres y abuelos, aprendemos cómo funciona... para mí era una oportunidad”, afirma. Tanto ella como Silvino enfocaron entonces su formación al ámbito hostelero, con el objetivo de aportar más conocimiento aún a la siempre difícil empresa de mantener un hotel de ciudad. Estudiaron Turismo y Empresariales, respectivamente.

Fruto de esa formación y de ir poco a poco cogiendo las riendas, siempre con la inestimable experiencia y ayuda de sus padres, el Hotel Santamaría no ha dejado de ser considerado como uno de los más emblemáticos de la ciudad. Pese a las crisis y a los momentos en los que la economía no ha acompañado. “Mi padre siempre dice que ha vivido crisis locales, regionales, nacionales, internacionales... de todas”, cuenta con una sonrisa Silvino. “Por duradera, quizás la crisis más complicada de superar ha sido ésta última que hemos vivido”, responde Irene, algo que refrenda su hermano mayor. “Realmente hemos pasado cinco años muy difíciles, pero aquí seguimos después de todo”, señala.

Mejoras y adaptación

Pese a mantenerse bastante fiel a su aspecto primigenio, el hotel se ha renovado de la mano de los dos jóvenes de la tercera generación familiar, con reformas constantes de habitaciones, salas, servicios, etc. Una actualización constante, pero sin perder la esencia de los orígenes. “Creo que ese ha sido el sello personal de mi hermana y mío, el no perder y mantener el carácter familiar y cercano del negocio”, afirma Silvino. En el hotel y la cafetería trabajan alrededor de una decena de personas, dependiendo de la necesidad de personal según la temporada, y la mayoría de ellas son familiares directos.

No existe un perfil de cliente tipo que se aloje en el hotel. “Acogemos a todo tipo de personas, desde gente de paso hasta familias o parejas que vienen de vacaciones a visitar la Ribera. También personas mayores, trabajadores que están en la ciudad unos días por motivos laborales...”, destaca el hermano mayor. Quizás ahí radique el encanto de un lugar en el que se acumulan infinidad de historias y anécdotas.

A tener en cuenta son aquellos años en los que estrellas como Julio Iglesias o Raphael se alojaron en el Santamaría, algo que, a un nivel más modesto por la evolución del caché de este tipo de artistas, sigue ocurriendo con bastantes que van a actuar en el remozado Teatro Gaztambide, justo enfrente.

Pero si hay un cliente fiel y que da lustre al concepto del Santamaría ese es el tudelano de toda la vida, el que se acerca a la cafetería o al restaurante a charlar con amigos o a celebrar una cita importante. De esos les están llegando las felicitaciones y enhorabuenas más sinceras. De aquellos que comparten recuerdos de toda una vida.

Vídeo de AER