Si algún año hemos estado necesitados de fiestas, si algún año hemos necesitado evadirnos de la realidad, disfrazarnos de alegría, huir de lo cotidiano es este año. Este 2013, frío, lluvioso y falto de sol en primavera en lo meteorológico, está siendo igual o peor que el anterior en lo económico y ya van muchos años seguidos los que podemos decir lo mismo.
En un país donde el ver la tele o escuchar la radio es un deporte de riesgo, y las noticias más o menos agradables no llegan hasta eso, hasta los deportes; en un país en los que la mayoría de los noticieros o 'partes' de noticias no hablan más que de paro y más paro, de empresas y comercios que cierran, de sueldos que bajan, de recortes por doquier, de crisis galopante, de corrupción, de partidos y políticos enjuiciados, de desahucios, de pobreza, de guerras y altercados públicos, las fiestas se presentan como una ventana a la amnesia momentánea, una bocanada de aire fresco y de alegría entre tanta desazón.
Al menos en fiestas las pesimistas tertulias televisivas pasan desapercibidas y la diversión, la calle, los amigos, la juerga y la música sustituyen a tanta información negativa. Las fiestas son un paréntesis de siete días en el que todo pasa a un segundo plano y en el que te preocupas de pasártelo bien y de que tus hijos, tus amigos, tu familia se lo pasen igual de bien… El dinero importa menos en fiestas, la crisis no se ve igual desde el chupinazo hasta el Pobre de Mí. ¿Aún dicen algunos de recortar las fiestas? ¡Un mes deberían durar sólo por tal motivo!
Y eso que las fiestas hoy en día no se viven como antaño. La música de las peñas que inundaban las calles, apenas se oye puesto que charangas han quedado pocas, perdimos la Dorotea de siempre hace ya varios años, la Revoltosa ha perdido su encanto, perdimos por el camino el canto a 'Santanica' en los encierros, se fue el Café Concierto de la Teba, los cuartos son ya caros clubes privados para los jóvenes con normativa de bar de copas. Las ferias son tan caras que apenas puedes montarte, los actos de las peñas y sociedades se basan en homenajes al no poder sufragar actos más imaginativos, incluso la procesión de Santa Ana el año pasado fue desbarajustada y peor.
