Tudela

El IES Benjamín desde la ‘aldea global’

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Cinco antiguos alumnos con diversas vivencias lejos de la Ribera analizan su paso por el IES Benjamín de Tudela y el legado que les ha dejado el centro que en 2016 celebra su cincuentenario.

Cincuenta años de educación, cincuenta años de convivencia, cincuenta años de historias, anécdotas y recuerdos. El IES Benjamín de Tudela celebra no solo medio siglo dedicado a la formación, sino también medio siglo en el que sus aulas, sus rincones y su atmósfera han traspasado un legado incalculable a muchísimas personas. En estos párrafos solo aparecen cuatro de esos antiguos alumnos, pero quizás esta breve muestra inspire a otros muchos, haga que se sientan identificados con los relatos y las memorias que todavía llevan muy adentro.

De Tudela a Hong Kong

La de Diego Caro es la historia de un joven que enfilaba su vida hacia la música pero que acabó decantándose por la armonía  en los ángulos, las alturas y los alzados. Este tudelano que cumplirá 30 años en octubre llegó a pasar las pruebas de acceso para Grado Superior de Piano y Composición en el Conservatorio Superior de Navarra y trató de compaginar su pasión por la música con la carrera de Arquitectura Superior en Pamplona. “No me fue posibe”, cuenta.

A pesar de ello, asegura que acabó la carrera en 2010 “enamorado de la arquitectura”. “Tres días después de finalizar estaba haciendo prácticas en el estudio de arquitectura de Kengo Kuma en Tokyo. Tras la capital nipona, he pasado por Pekín, Shanghai y, finalmente, Hong Kong, donde resido actualmente”, relata Caro, que actualmente trabaja como autónomo y gestiona y edita su propia página web sobre urbanismo (www.broadway126.com).

Sus mejores recuerdos del Benjamín entroncan directamente con la clase de 1º C en Bachillerato. “Fue un año especial. Todos, a pesar de nuestras evidentes diferencias, congeniamos muy bien y creamos un muy buen ambiente de estudio combinado con un gran sentido del humor. Todavía nos reunimos para hacer cenas de clase”, explica. De los docentes, cita nombres como Jesús López Bailo, Olga Pardo o César Sancho, aunque tiene un recuerdo especial para Félix Carrasco, recientemente fallecido. “No solo por sus clases de Filosofía, mi asignatura favorita, sino por su gran labor como tutor. Recuerdo con cariño varias tardes de junio en las que compartimos mis dudas sobre qué carrera escoger y siempre fue paciente, honesto y alentado”, rememora.

¿Y qué le dice un trotamundos como Diego a quienes se preparan para el futuro en el Benjamín en la actualidad? “Veo un futuro que necesita cambio. Un cambio, además, urgente y radical. Necesitamos estudiantes despiertos que sean conscientes de la importancia de la educación, del conocimiento, y que tengan las narices necesarias para intentar cambiar el mundo, aunque sea a pequeña escala, a través de ese conocimiento”, afirma.

Bruselas, un hogar

Nacida en Logroño pero afincada desde muy niña en Tudela, María Sáenz estudió en Griseras antes de dar el salto al Benjamín (1994-1998). Licenciada en Derecho por la UPNA, vivió un año en Alemania de Erasmus y, al regresar y terminar la carrera, inició un Máster de Derecho de la Unión Europea. Desde entonces Bruselas es su hogar. Tiene 36 años.

“En general, me marcaron todas las asignaturas de letras”, afirma. “Siempre me ha gustado leer, entender lo que leo y entender en qué contexto se ha escrito lo que leo. Así que recuerdo con mucho cariño a mis profes de lengua y literatura, me gustó mucho Juan Luis Chueca con el Romanticismo y el Renacimiento y Javier Otano con el teatro español”, añade. No obstante, asegura que la “asignatura sorpresa que más útil le ha resultado ha sido el latín”, “Estructuró mi manera de entender el lenguaje y me ayudó a aprender otros idiomas, especialmente el alemán. Por eso recuerdo con cariño a la profesora Pilar Ciria”, dice.

María también recuerda con mucho cariño a sus amigas de los años del Benjamín y cuenta que incluso regresó al centro dentro de la iniciativa de la Comisión Europea ‘Back to School’ (Vuelta a la Escuela), con la que se pretende acercar las Instituciones Europeas a los estudiantes. Desde su punto de vista, recomendaría a los actuales alumnos del centro que realizaran una estancia europea, ya sea durante los estudios o al final de la carrera. “Es una experiencia muy enriquecedora, conoces gente de todas partes, aprendes idiomas, y cambias la perspectiva de las cosas. Vamos, que espabilas. Claro que uno corre el riesgo de que le encante y luego no esté seguro de si quiere volver”, comenta.

‘Madrileño-cirbonero’

Aunque Asier Bombín no estudió tan lejos de casa, también ha tenido la oportunidad de colaborar en proyectos con la Universidad de Indianapolis o la Universidad St. George de la isla caribeña de Grenada. Este verano se encuentra en Filadelfia, realizando unas prácticas de Cirugía Plástica en un hospital especializado en la materia.

Este cirbonero de 20 años pasó por el Benjamín en Bachillerato, desde 2011 hasta 2013, después de comenzar su trayectoria escolar en su Cintruénigo natal. Desde hace tres años pasa el curso en Madrid, donde estudia el Grado de Medicina en la Universidad Complutense. “cada vez he vivido en un piso diferente y en zonas distintas, cambiando también de compañeros, para no perder la esencia del novato y recordar dónde está de verdad mi casa, aunque cada vez uno parezca más madrileño y menos navarro”, explica este alumno que también es presidente de la Delegación de Alumnos de la Facultad de Medicina. “Participar en los órganos de gestión universitarios ha sido un descubrimiento personal enorme”, señala.

Para Bombín, fueron tres los profesores del Benjamín que le marcaron. “La primera, aunque a mi me impartió clase en el IESO La Paz, es Inmaculada Villar Magallón, de Lengua y Literatura. En segundo lugar estaría Asunción López, mi profesora de Biología tanto en primero como en segundo de Bachillerato. Esta señora mayor, ya jubilada, es una de las razones por las cuales acabé eligiendo Medicina. sus clases eran impresionantes, y pese a que tenía la cabeza llena de información, sabía darle un orden, haciendo que su materia no fuera el “me empacho estudiando y vomito en el examen” al que estamos acostumbrados hoy en día en la Educación española”, asegura.

Como muchos otros ex alumnos, este cirbonero tiene palabras especiales para Félix Carrasco. “Abrió mi mente a mundos que no podía ni imaginar”, recuerda. En su asignatura había una posibilidad de subir nota con la lectura de un libro que elegía él para ti. Conmigo decidió que iba a ser ‘El hombre que confundió a su mujer con un sombrero’ del Dr. Oliver Sacks, fallecido hace poco, ex-neurólogo en un hospital en Nueva York. Me enamoré del libro y me enamoré de la Medicina”, cuenta Bombín.

Además de por el contacto con la clase, con los profesores y los bocadillos de tortilla de patata de la cafetería -“de estrella Michelín”, asegura- , Bombín guarda un gran legado del Benjamín por considerarlo “un instituto con garantía de éxito en Navarra”. “Los futuros alumnos del Benjamín tienen su abanico de oportunidades totalmente abierto. Ahora depende de ellos demostrar lo mucho que valen, ponerse una meta que crean que pueden cumplir (y un poco más, que la ambición es el motor del éxito) y darlo todo de ellos mismos”, añade.

Un doctorando en Cambridge

En 2011, la suya fue la mejor nota de Selectividad en toda Navarra. Iñigo Zubeldía, tudelano de 22 años, se encaminó entonces hacia la Universidad Complutense de Madrid para estudiar el Grado en Física y dar un paso más después de seis años como alumno del IES Benjamín de Tudela. “El tercer año me fui de Erasmus a la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, y los veranos de 2014 y 2015 los pasé de becario en el Departamento de Astrofísica de la Universidad de Oxford. Este año pasado he cursado, gracias a una beca de La Caixa, un Máster de Matemática Aplicada y Física Teórica en la Universidad de Cambridge”, cuenta Zubeldía.

El tudelano prepara ahora un nuevo reto en su corta pero intensa trayectoria profesional: un doctorado en la propia Universidad de Cambridge. “El tema está aún por concretar, pero seguramente se centrará en el estudio de ciertas propiedades del fondo cósmico de microondas, lo cual se enmarca en el ámbito de la cosmología”, asegura.

“Quizás lo que recuerde con más cariño son dos pequeños cortos que hicimos varios amigos”, recuerda. “En Cultura Clásica (3º de la ESO), el profesor de la asignatura, Javier Pascual, uno de los grandes docentes con los que cuenta el centro, propuso como actividad complementaria hacer un corto de tema mitológico. Varios amigos y yo, ni cortos ni perezosos, no lo pensamos más y rodamos una pequeña película sobre el encuentro de Ulises con el cíclope Polifemo, en la que una cueva en las Bardenas hizo bien su papel como guarida del cíclope. En 2 de Bachiller hicimos un segundo corto, algo más sofisticado, esta vez sobre Teseo y el Minotauro, grabado en Barcelosa, el Cristo y Ablitas”, relata.

Para Zubeldía, la pregunta sobre qué profesor le marcó más es “injusta”. “Es muy difícil nombrar a un solo profesor, ni siquiera a unos pocos. Aun así, si tuviera que dar nombres, entre ellos estarían en ya mencionado Javier Pascual, de Griego, quien me descubrió el fascinante mundo grecorromano; Félix Carrasco, de Filosofía, quien me descubrió algunos de los mejores libros que he leído (incluido ‘El nombre de la rosa, quizás mi novela favorita’); e Íñigo Picaza, de Matemáticas, quien me animó a que me metiera por ciencias en un momento en que estaba decidido a estudiar Historia, una decisión de la que hasta la fecha no me he arrepentido en absoluto”, cuenta.

Zubeldía, que volvió al centro con motivo de los actos del cincuentenario, considera que los estudiantes del Benjamín sale de allí “con una sólida formación”. “Desde mi experiencia en Madrid, me atrevería a decir que el Benjamín ofrece una formación bastante superior a la que recibe el estudiante español medio”, señala. “Por supuesto, como sucede en todos los sitios, todo es mejorable, pero creo que los estudiantes que salen y que deciden ir a la Universidad están perfectamente preparados para ello”, añade.