Tudela

Días de esperanza

La Navidad nos sigue atrayendo por los recuerdos maravillosos de la niñez. La fuerte deriva consumista de los pasados años, está hoy más amortiguada, por la crisis. Confiemos que sea ésta una nueva oportunidad para recobrar el sentido original de la Navidad, apartándonos de tanta tontería que le hemos ido añadiendo.



Nos educaron en que lo importante es el ser y no el tener. Al final se nos examinará, por si hemos sido coherentes con el mensaje de amar a Dios y al prójimo. No será importante, si hemos sido capaces de acumular, más o menos riquezas. El mensaje cristiano comenzó en un humilde pesebre y culminó con la muerte en la cruz. Siempre ha sido difícil de entender, y después de aceptarlo, más difícil ponerlo en práctica, ya que se sitúa en las antípodas de lo que la mayoría entiende como el triunfo de lo humano. Pero realmente merece la pena. El amor al prójimo da sentido a la vida.



Con los años llevamos peor nuestros ausentes, presentes. Echamos en falta a las personas y a las cosas, cuando las perdemos, y no cuando las tenemos cerca.



La Navidad no es una fiesta más del invierno, como algunos insinúan, obviando su trascendencia. Sin su significado religioso, no entenderíamos nada, nos faltaría ese referente moral, que a muchos nos guía, en los avatares de la vida.



Desde el pesebre, se nos anunció una nueva de Paz y de Amor, mensaje que hoy a muchos nos sigue deslumbrando, tanto a nuestra razón, como al corazón, impulsándonos a hacer el bien.



Estas fiestas hay que aprovecharlas para disfrutar de la compañía de familiares, de amigos, y vivirlas con alegría. Disfrutemos del calor de las emociones, frente al frío invernal, y con la esperanza de que el próximo 2013 sea el último año de la crisis económica, confiando en que empecemos a remontar y se vaya reduciendo, tanto dolor

y desesperanza. ¡Feliz Navidad!